19/06/2011
Aunque es una vieja historia, vale la pena recordar la de Dorian Gray, personaje central de la novela Oscar Wilde “El Retrato de Dorian Gray”, cuyo argumento trato de comprimir a continuación en pocas líneas: Basil Hallward es un artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a encapricharse con él. Basil pinta un retrato del joven. Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea fervientemente mantener siempre la edad y la apariencia de cuando Basil le pintó en el cuadro. El deseo de Dorian se cumple. Pero mientras él mantiene la misma apariencia, la figura retratada en el cuadro envejece por él y registra un deterioro progresivo que refleja su baja catadura moral y cada uno de los actos de libertinaje, perversión y maldad que Dorian va cometiendo durante su vida licenciosa e inmoral.
Pero como sabemos, se trata de una ficción, que con seguridad muchos quisieran repetir para preservar la juventud y ocultar sus perversiones. La realidad es diferente. No hay retrato que registre las conductas pervertidas ni que envejezca por nadie. Realidad que parece ignorar José Vicente Rangel, quien no vacilaría en gastar buena parte de la fortuna que a lo largo de los años ha venido acumulando en turbios negocios y pagarle a cualquier a Basil Hallward para que lo retratara y ocultara su rostro de momia lleno de signos de perversión, maldad y cobardía.
Y como la verdadera ficción nunca se hace realidad, no podría Rangel encontrar un Basil Hallward que le hiciera un retrato similar al de Dorian. No hay Basil Hallward que pudiera pintar un retrato de Rangel en que se recogieran todas sus perversiones e iniquidades, que por lo numerosas que son requerirían de un mural más grande que el de Zapata en la Autopista Francisco Fajardo.
A lo largo de toda su vida Rangel ha sido un permanente cultor de la extorsión, estimulador y beneficiario de la corrupción. Cual chulo cualquiera, ha explotado los atractivos de mujeres de su entorno familiar como carnada para sus turbios negocios. Contratante de prostitutas y prostitutos para satisfacer sus abyectas desviaciones sexuales. Jalabolas sin recato para ganarse unas monedas u obtener una parcelita de poder. Lameculos de los poderosos, llámense Chávez o Camero o Cisneros, marca genética seguramente herencia de su padre, ladrón y lameculos de Juan Vicente Gómez. Empleador de sicarios para resolver disputas familiares o de negocios. Cobarde a más no poder: el 11 de abril se metió debajo de la cama y ahora se oculta tras un pseudónimo. Ningún retrato podría reflejar tanta bajeza y pobreza moral.
Rangel, a diferencia de Dorian Gray, refleja toda su perversión y degradación en su rostro de momia de película de terror de los años veinte. Como no pudo conseguir un Basil Hallward, ha recurrido inútilmente a la cirugía plástica para tratar de borrar las huellas del tiempo, de su perversidad, de su cobardía y de sus aberraciones. Pero ni los “excelentes” médicos de la Isla de la Fantasía chavista pudieron disimular su imagen de “retrato de Dorian Grey”. Por el contrario, contribuyeron con su impericia a acentuar en su rostro las señales de toda una vida llena de acciones y conductas inconfesables.
Y este cabrón, abanderado de la corrupción y la inmoralidad, tiene la cachaza de llamar a la oposición “oposición cloacal”, sin reparar que él nació y ha vivido desde siempre sumergido en una letrina. Algún día se reabrirá la investigación sobre la muerte de José Alberto Totesaut. No le alcanzarán las letrinas a los responsables o a lo mejor como son Marcianos tomarán su nave interestelar desaparecerán del planeta. Inshala.
JOAQUIN F. CHAFFARDET
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