RECORDANDO ALTAMIRA XXIII
4/07/2011
Entre otras cosas, un “ni comandante”, es aquel que confunde la peste del militarismo con la institucionalida. Es aquel que se identifica en alma y corazón con jefes bizarros como; el che, Gaddafi, Marulanda, Reyes y sobre todo asume una actitud subliminal y de sumisión total, hasta por encima de su propio padre, hacia una anti figura como Fidel Castro. Es aquel que hace del “alias” el título honorífico a ser respetado. Un “ni comandante”, es aquel que siempre actuó entre infiltraciones y conspiraciones según los lineamientos de jefes no regulares.
Un “ni comandante” es aquel que, cuando el destino lo pone al mando de una FAN institucional, legítima, profesional, no deliberante y al servicio exclusivo del estado, la degrada y degenera hasta convertirla en una milicia revolucionaria con severas desviaciones éticas y morales con la insoslayable consecuencia del caos disciplinario y violatorio de los méritos absolutos. Un “ni comandante”, es aquel que induce a sus ya probados jefes milicianos, no solo a violar derechos humanos, a corromperse y a degenerarse, sino a expresar barbaridades tan contradictorias como vergonzosas, por su incoherencia enciclopédica (parafraseando al Dr. A. Uslar), tales como: la fuerza armada revolucionaria bolivariana será leal a quien estableció el juramento de “patria socialismo o muerte”, puesto que así defiende a la democracia y sus instituciones…Por favor! Un “ni comandante”, es aquel que subordina, sin limitaciones, su mando y conducción a un “comandante supremo”, ajeno al estado y al país.
Por su parte, en mi opinión, un “ni presidente”, entre otras cosas, es aquel que al asumir el cargo hace un juramento falso y, a partir de ese mismo momento, comienza una gestión violatoria continua y sistemática de la constitución y las leyes. Un “ni presidente” es aquel que, habiendo tenido una condición históricamente inmejorable, en cuanto a apoyo popular, institucional, financiero y económico, pudiendo haber desarrollado políticas de consenso en democracia, libertad, armonía y en un clima de solidaridad, propiciando el correcto funcionamiento de todas las organizaciones e instituciones del país, en pro de un progreso sostenido y un crecimiento emancipador, opta por obedecer los designios de un jefe extranjero, entregándole las riendas del estado, para que fuera ese jefe quien rigiera los destinos de su país, el usufructo y administración del patrimonio nacional. Un “ni presidente” es aquel que convierte un país con probados recursos y posibilidades de enrumbarse hacia un pleno y franco desarrollo integral, en un espacio territorial en caos, con sus ciudadanos en desbandada y en pugna, con servicios colapsados, con sus industrias líderes estratégicas en quiebra, con el sector productivo privado en total minusvalía, con una inflación de dos dígitos y además con una deuda externa, de la cual solo se sabrá su verdadero valor una vez finalizada su nefasta gestión. Un “ni presidente” es aquel que sonsaca de los ciudadanos los malos sentimientos, que cada uno de nosotros llevamos dentro y los controlamos con nuestros principios y valores éticos y morales, una vez que alimenta la mediocridad, la superficialidad, la irresponsabilidad, el resentimiento, la rabia y en fin el desamor, para gestionar sobre ese ambiente el vil proceso revolucionario hacia la destrucción total de la nación.
Un “ni presidente” es aquel que asume que la nación toda es prescindible, ante la parasitaria y alienante ideología comunistoide consumidora insaciable e implacable de otras naciones y sociedades y por ello no se preocupa en hipotecar “su” país; que es nuestro y sobre todo de las futuras generaciones.
En fin, un “ni presidente”, es aquel que no se esfuerza por ser una buen estadista, más si por ser un “ni comandante”, por encima de todo, menos de su “comandante supremo”.
Un traidor es un excelente “ni comandante ni presidente”. Un traidor es aquel que, ni comanda ni gobierna, apenas hace ademanes para mandar, siempre está dispuesto a seguir mintiendo y engañando, hasta las últimas consecuencias, tenemos evidencia histórica, siempre está dispuesto a la siguiente traición, tenga la edad que tenga, esté enfermo o sano, y no lo digo por la enfermedad en sí, puesto que, todos nosotros estamos expuestos a sufrir ese tipo de afección, sobre todo aquellos que ya tenemos antecedentes en familiares
cercanos, Dios nos ampare y nos favorezca, incluido él y sus presos políticos, (Afiuni, Peña, Forero,…) a quienes se les ha negado atención médica.
Lo planteo porque, un traidor es aquel, que en los momentos más comprometidos de su vida, sólo se siente seguro y a salvo en compañía de los suyos, de sus protectores, en compañía de aquellos para quienes trabaja, de aquellos para quienes traiciona.
También lo digo, porque, así como el “comandante supremo”, no ha escatimado esfuerzos en extirpar el carcinoma de su traidor, sería una gran equivocación que se desviaran los esfuerzos hacia un rumbo equivocado, en cuanto a permitir que ese mismo “comandante supremo” no nos permita la consecución del único y gran objetivo principal, como he dicho en anteriores reflexiones, salir del régimen castro chavista, el cual es el carcinoma principal por extirpar.
Eso por un lado, y por otro, no podemos permitir que, ante tal coyuntura providencial que, si bien es cierto, pareciera que agarró a los revolucionarios en malas condiciones, nos agarre a nosotros en similar situación. Por tanto ahora más que antes, debemos tener lista la tarea, o sea, el proyecto unitario de la Nueva Venezuela, para presentarlo y hacerlo conocer por todos los ciudadanos, antes que comience la arremetida en forma, de la nueva fase de la traición, es cuestión de poco tiempo para que el oprobio revolucionario reoriente y reorganice la ejecución del nuevo enfoque, con o sin el “ni comandante ni presidente”, o con uno nuevo.
No perdamos el rumbo, si el nuevo proyecto está listo, o le faltan ajustes, hagámoslo ya, no nos dejemos arrollar nuevamente por la vorágine castro chavista, no nos lo podemos permitir. El plan establecido para derrotar contundentemente al régimen debe seguir, y yo diría a paso acelerado.
Tengamos en cuenta que no tendremos más oportunidades, no debemos interpretar que una posible falta del “ni comandante ni presidente”, nos permitiría diluir esfuerzos de la unidad, eso sería garrafal.
Creo que ya se llegó al momento de presentar al país el proyecto de la Nueva Venezuela, el cual, en mi humilde opinión, debería presentarnos un enfoque político social basado en la sensibilidad humana, en la solidaridad social y en el principio de la subsidiaridad. Un enfoque de viabilidad económica retomando nuestras potencialidades históricas y una concepción estratégica nacional proyectada hacia el futuro definiendo claramente el país que queremos. Un enfoque en el cual el sistema educativo sea el protagonista por excelencia de la Nueva Venezuela, que le inculque al ciudadano, desde su infancia, los principios éticos y morales dentro del marco del amor a Dios, amor a la patria y amor a la familia y al prójimo. Así cuando este niño, ya joven adolescente, ingrese a los institutos de educación superior, será una persona con fundamentos sólidos y menos manipulable por ese multidisciplinario y avasallante mundo de las ciencias de las artes de la información y de la vida, en general.
Esa es mi esperanza, es posible lograrla, consciente estoy que será duro el camino pero ya Venezuela lo estaba recorriendo, pensemos que en 200 años de independencia, como sociedad solo logramos vivir 48 o 50 en una joven democracia, desde el 1958 hasta 1998, cuando, por nuestros errores, caímos en el oprobio revolucionario retrocediendo fatalmente hasta hoy.
Los ciudadanos de la Nueva Venezuela, deberán estar siempre conscientes de esto, y por tanto enterados objetivamente de cuánto costó la democracia y formados y capacitados para que jamás vuelvan a aceptar que un “ni comandante ni presidente”, sea visto ni mucho aceptado como alternativa en la conducción de los destinos del país, ya que ese el nuevo traidor.
Ya basta de tanto odio, debemos propiciar a toda costa el cambio radical hacia la Nueva Venezuela, debemos hundir esa infausta frase del por ahora y poner en vigencia que Venezuela será libre, soberana y democrática con fuertes instituciones y ciudadanos íntegros, para siempre.
Daniel Comisso Urdaneta
contralmirante
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