27/07/2011
Una de las tácticas más perversas del régimen ha sido crear una realidad en la que la gente ha olvidado que lo importante es el amor, la verdad y la democracia – justicia, libertad, igualdad y paz-.
En la destrucción de la democracia representativa agravó las necesidades básicas de la gente para justificar el abuso, la crueldad, la opresión, el control total sobre las instituciones, el territorio, la gente y sus bienes públicos y privados. Entre otros, deterioró la salud para imponer a los milicianos-“médicos” cubanos en “barrio adentro” e hizo que la gente olvidara la atención médica gratuita que brindó la democracia en hospitales y dispensarios. No construyó y obstaculizó la construcción de viviendas suficientes por el sector privado (hasta encarceló a constructores honestos) y reforzó la inflación para expropiar-confiscar, dictar leyes que niegan la propiedad privada y la libertad económica pues, entre otros, imposibilitan el derecho al fruto del bien, como el alquiler, y anulan la iniciativa privada mediante controles cuya perla es la esclavista Ley de Costos y Precios Justos, con la cual el régimen usurpa el derecho de la gente a decidir cuánto vale su trabajo, industria, propiedad y talento; derecho que es inalienable, imprescriptible e innegociable, constituye la base de la libertad y el desarrollo de toda sociedad.
Lo triste es que muchos se han convencido que es aceptable y normal que la gente pierda su dignidad, renuncie a ser persona libre pensadora, tenga que vestir de rojo para acceder a las migajas del régimen y que desperdicie su vida en colas inmensas, entre otros, para comprar comida “barata”; que para satisfacer necesidades está bien negar la condición de persona al disidente o agredir al semejante, quitarle sus bienes y negarle lo que le es debido.
Lo peor es que la dirigencia con afán de sintonizar con quienes han asumido esta distorsión contribuyen a tranquilizar sus conciencias cuando compiten en demagogia con los camaradas y celebran y ofrecen mejorar las prácticas inmorales del régimen, como las misiones.
Lo que diferencia una acción inmoral de una moral es el trasfondo. Se es moral cuando se da por amor y sentido del deber. El régimen es inmoral porque da atención médica mediocre, trabajo o cosas a cambio de lealtad-sumisión. Además ¿Cómo puede alguien pensar que un régimen que impide la inscripción de las ONG que defienden los derechos humanos puede amar o creer en la dignidad de la persona humana?
El bienestar de muchos o pocos no puede construirse mediante el sacrificio de la libertad. La justicia, como decía Aristóteles, se construye absteniéndose de practicar la pleonexia, quitar o negar lo que por justicia pertenece a otro. El respeto de la dignidad es imposible sin justicia y libertad.