25/07/2011
Este aniversario del natalicio de El Libertador Simón Bolívar, la revisión del testimonio de su prédica y de su ejemplo, es un buen marco para una nueva convocatoria a la lucha por la liberación definitiva de Venezuela. No hay precedentes históricos de una situación tan penosa como la actual. No encontramos ejemplos de regímenes tan ineficientes y corrompidos como este, tan alejados del orden constitucional y tan irrespetuoso, tanto de la historia como como de los valores éticos y morales que están en las raíces mismas de la nacionalidad. Presenciamos la destrucción deliberada y perversa de la Repùblica, de sus instituciones y creencias. No se trata de un error o de desviaciones circunstanciales que puedan ser corregidas. La idea es hacer una verdadera revolución que imponga un estado socialista a la cubana, es decir, comunistoide, independientemente de la voluntad general de la nación abiertamente contraria al proceso. Por supuesto que un grupo humano como el que protagoniza las acciones, tan incompetente y carente de preparación básica, incurre en excesos y desviaciones que dificultan el éxito. Pero lejos de inducir cambio en el rumbo, aceleran las acciones sobre la base de la represión, de la violencia física e institucional que puede ser peor que la física. Los hechos están a la vista de propios y extraños. La preocupación se extiende aceleradamente por el mundo entero.
Los diagnósticos están hechos. Venezuela sabe de lo que se trata. Mientras este régimen exista y este dirigido por un espíritu subversivo y no democrático, no hay solución posible. En consecuencia debemos cambiarlos. No se trata sólo de que el Presidente este enfermo, con aptitud disminuida, físicamente limitado para ejercer el cargo, lo cual sería suficiente para propiciar el cambio, sino de la indiscutible realidad de que se liquida la libertad de expresión, de informar y opinar, la libertad económica mediante leyes y reglamentos tan absurdos como las decisiones al detal de funcionarios expertos en dobleces y ocultamientos para ascender o mantener sus cargos. Erosionan la propiedad al margen del Derecho de la decencia y, borrachos de poder, piensan que gobernarán toda la vida.
Venezuela está sin autoridad respetable, sin gobierno serio y a la deriva, los cubanos toman el mando abiertamente. Los hermanos Castro asumen la dirección del proceso. Se consolida la entrega de la soberanía nacional. Los gobiernos de Cuba y Venezuela quedan al descubierto, caretas abajo. Las áreas más sensibles del país, las que tienen que ver con la data de los ciudadanos, cédulas, pasaportes, registros civiles y mercantiles, notarías públicas, servicios de inteligencia civil y militar, actividades deportivas, turísticas y educacionales. Salud, área en la que hasta el Presidente está en manos cubanas, en fin, todo ello configura una traición inimaginable. Hasta se paga para que suceda. Esto trasciende lo electoral. Es un problema de dignidad nacional.