5/07/2011
Aquella noche se produjo otro de los espectáculos patéticos a los que somete al país el usurpador de la presidencia, el golpista-presidente Hugo Chávez.
La lectura de un breve discurso en el escenario de su convalecencia desde La Habana, después de su aislamiento-desaparición durante varias semanas. ¿Quién podría dudar de la consolidación de VENECUBA?
En el caso de que fuese cierto que se encuentra enfermo de consideración, todos, inclusive sus millones de víctimas venezolanas o de quienes las lloran, la mayoría de los residentes en Venezuela, pero también muchos miles huyendo y en el exilio en otras naciones del continente y del mundo, debemos desearle, sin condiciones, su recuperación.
Pero mucho más patética ha sido la reacción de sus aliados al descubierto y aún más, la de los socios encubiertos en las denominadas “oposiciones”.
Porque, ¿cómo creerle a un golpista presidente, a un personaje despreciable que usurpa la representación del Estado, si en la práctica su acción permanente se basa en el engaño y la manipulación de todo orden? Cuando todas sus apariciones públicas se preparan meticulosamente mediante la participación de un elenco de actores, declaraciones y sucesos que se diseñan o se aprovechan para engañar al colectivo y a la opinión pública internacional, es decir, para violar de forma directa los derechos humanos o para planificar su violación por carambola.
Gracias al montaje del régimen y de las oposiciones, muchos compatriotas sentían que en la presentación televisada existía la expresión de la verdad, la de un hombre que regresaba en la práctica del abismo de su muerte. Pero, ¿cómo creer en algo de lo que hace o dice, y sobre todo, qué sentido tendría, después de 12 años de violaciones permanentes, continuadas y sistemáticas del Estado de Derecho?
Una cosa es el sano ejercicio de la presunción de la buena fe, o la ingenuidad y otra, la ignorancia y la estupidez.
Lo trascendente sobre este individuo es que los hechos documentados y objetivos demuestran que usurpa la presidencia, la representación del Estado y la jefatura de las Fuerzas Armadas, sin ninguna duda, a partir del 15AGOSTO2004, cuando desconoció el resultado “revocatorio” de un Referéndum que para complacerlo fue bautizado “ratificatorio”, también al margen de la ley, en el que con la complicidad de las oposiciones se desconoció la voluntad y el mandato del colectivo, para asociarse el régimen y las oposiciones en el fraude electoral permanente y continuado hasta nuestros días.
Este usurpador, sus socios de las oposiciones, del narcotráfico, de la subversión y la legitimación de capitales, también en el club de los usurpadores de la representación de Estados forajidos, cómplices y mercenarios, han transformado adicionalmente al Estado venezolano y sus instituciones en instrumentos pantalla de y para el ejercicio del crimen organizado local y transnacional.
Algunos compatriotas llegaron a expresar lo que en el fondo ha sido un argumento para la distracción, para esconder lo fundamental, la condición de régimen usurpador de los poderes públicos, porque, esté enfermo o no, para el país pasa a ser secundario.
Así, después de observar atentamente las manifestaciones de toda índole, de habernos sorprendido o asustado con la escenografía diseñada, improvisada y espontánea, con las expresiones que durante las dos últimas semanas nos han ofrecido: Cilia, Elías, Nicolás, Diosdado, Alí, Rafael, Aristóbulo, Fernando, Luisa, Adán, Fidel y algún otro miembro de los equipos de los aspirantes-candidatos a la “sucesión interna”, habrían sido inducidos a manifestar: “¿con esta gente para sucederlo?, no, que va, ¡me quedo con Chávez!”.
Pero también, muchos otros de entre quienes cifran sus esperanzas en los “salvadores de la patria” de las oposiciones, por la vía electoral, e incluyen en esa lista para la “sucesión externa” a María Corina, Cecilia, Henry, Eduardo, Henrique, Leopoldo, Julio, Oswaldo, Teodoro, Pablo o Manuel, habrían opinado de la misma forma.
A partir del asesinato de civiles durante la manifestación popular pacífica más grande de la Historia de Venezuela, el 12ABRlL2002, debería ser clara la percepción del colectivo. Así lo determinó el Alto Mando Militar que responsabilizó íntegramente a su comandante en jefe, el golpista-presidente, y anunció en cadena nacional su renuncia forzada como consecuencia de la masacre y de los heridos de ese día, por lo que fue sometido y trasladado al Fuerte Tiuna y de allí a la Orchila, para concluir, con el absurdo retorno triunfal y conciliador con el crucifijo en la frente, al Palacio de Miraflores.
En aquella ocasión, el patético contraste habría quedado concentrado en la referencia única a la auto-aclamación de Pedro Carmona Estanga, que habría sido suficiente, mientras que ahora, el inicio de la resucitación desde La Habana para la consolidación de VENECUBA, habría requerido de la escenografía descrita.
Lo trascendente, es que el Estado de Derecho en Venezuela requerirá como condición fundamental de las garantías del fin de la impunidad. Los miles de socios y cómplices del régimen tendrán que ser enjuiciados por las violaciones de los derechos humanos, los crímenes de lesa patria y de lesa humanidad que no tienen prescripción y son irreversibles, pero sí lo son los reintegros del patrimonio nacional público y privado y de la propia soberanía, así como de las indemnizaciones a las miles de familias y a los sobrevivientes de las víctimas.
Larga vida para Hugo Chávez. Es indispensable que el golpista-presidente, sus socios y cómplices gocen de buena salud para enfrentar ante los tribunales terrenales las necesarias e indispensables acusaciones que acumulan por centenas.
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