25/08/2011
Desde el año pasado lo venimos señalando. La crisis económica que padecemos no se ha convertido en estallido social porque el régimen aún puede contenerla con una abundante y creciente inversión en el gasto público.
Esta forma de inversión tiene una larga data en este ex país, pero nunca a los niveles alcanzados hoy.
Este llamado socialismo tiene como base y fundamento la compra-venta de voluntades y nada tiene que ver con el desarrollo de un nuevo aparato productivo.
Y esto conduce a una dura y terminante conclusión: el gasto, para salvar lo que se llama ‘revolución bolivariana’, será de tal magnitud que, a la hora de su ya anunciado y montado nuevo triunfo electoral, por la vía del fraude-trampa, las arcas estarán vacías.
Inicialmente pensamos que cuando el régimen no contara con los recursos necesarios para atender la demanda social, se habrían de producir a partir del año 13 múltiples y crecientes protestas que no sabríamos hasta dónde nos pudieran llevar.
Pero creemos que a esta hora la Sala Situacional de la Confederación de Venecuba, ha tomado las providencias necesarias para enfrentar la profunda crisis que se veía venir.
Llevar las reservas a los países con los que se ha contraído ‘nuevas deudas’ -China, Rusia, Brasil- y repatriar el oro significa tener a mano la posibilidad de respaldar nuevos endeudamientos y hasta hacerse de altos capitales con una venta-oro de emergencia, para mantener el “desarrollo de la revolución”.
De este modo la crisis prevista para el año 13 (a 200 años del Decreto de Guerra a Muerte que, hasta donde sabemos, sigue vigente) se puede correr en el tiempo, pero con un agravante: los factores de liquidación de la delincuencia socialista del siglo XXI seguirán creciendo.
La gran pregunta a esta hora tiene que ver con el alcance del control social que logre este régimen de y para la destrucción.
¿Hasta dónde se puede estirar y mantener la mentira del socialismo como remedio de todos los males creados por el “capitalismo salvaje”?
La tragedia en estos tiempos va mucho más allá de esa ya vieja y hasta elemental disputa: la global-explotación obliga a pensar en una actuación que apunte más allá de países y capitales aliados.
Impone considerar el poder de poderes de los capitales de la más alta finanzas que controlan hoy al mundo.
¿Creerá realmente este régimen que podrá salvarse indefinidamente de la crisis con nuevos préstamos y venta de oro?
¿Hasta cuando la imbecilidad-superficialidad regirá nuestros destinos?
¿Y hasta cuando los ex venezolanos y ahora venecubanos formaremos parte de la legión de culpables y cómplices que, cobardemente, vemos convertir a Venezuela en una resaca de los otros, los nuevos y perversos sujetos de la misma invasión que ya alcanza los 518 años?
¿Dónde andará a esta hora eso que llaman independencia, soberanía, autonomía, nacionalidad, patriotismo?