12/08/2011
Con motivo de la recolección de firmas, para solicitar ante la Asamblea Nacional una Ley de Amnistía General a favor de los presos y perseguidos políticos, puedo apreciar una vez mas el miedo de las personas cuando se les dice que deben firmar y poner sus huellas, ya que sino no tendría validez esa petición, temor que indudablemente no podemos dejar a un lado cuando hemos sido testigo del indebido uso de las ya famosas listas Tascón y Maisanta, que han desencadenado males hasta ahora incalculables a la hora de buscar trabajo, de pedir un préstamo, de querer tener negocios lícitos con el Estado, en fin cuando se nos quiere apartar y hacernos ver que no somos dignos de ser venezolanos, cuando se nos dice escuálidos u opositores.
Esto me recuerda cuando en mi adolescencia oía el término “ bozal de arepa”, y en el que no me vi comprometida hasta en una de los tantos llamados que este gobierno ha realizado y debíamos firmar o no (referendo revocatorio 2004), allí tuve que decidirme si firmar o seguir con mi carrera profesional dentro del Ministerio Público, “Institución garante de la legalidad”, me decidí por la mas fácil, por la mas cómoda, no ir a comprometerme, total tenia un trabajo estable, con futuro, una familia que mantener y que era una firma mas o una firma menos. Que me podía importar el resto de los venezolanos si yo estaba bien, hasta me llegaron a comentar, que el Fiscal General llegó a decir de mi alguna vez, “Que bien hace buenos escritos, esta comprometida con la Institución, y lo mejor no firmó”, quiero que se entienda que yo era institucionalista, Fiscal por vocación, luchaba contra la impunidad y respetaba los Derechos Humanos, eso nadie me lo puede discutir, abría los procesos que tenia que aperturar, investigaba las causas que eran de mi competencia, sin importarme quien fuera el imputado o imputada, después me quitaban los casos, cuando veían que estaba decidida a llevarlos a juicio.
Casualmente en ese mismo año 2004, empezó la pesadilla que llevo viviendo en los últimos siete años, mi esposo Rolando Guevara, mi cuñado Otoniel Guevara, que si estaban decididos a luchar por nuestro país, hacer oposición, a no seguir permitiendo los desmanes y las violaciones de este gobierno, les costo ser los sospechoso habituales de todos los casos emblemáticos de nuestro país, además de la condena de 27 años y nueve meses de prisión por un crimen que no cometieron, por supuesto demás esta decirlo mi trabajo también se vio comprometido, solo por defender el derecho a la vida de mi esposo y comprendí que si hubiere firmado, si hubiere sido firme con mis convicciones y no cómoda con mi status otra situación estaríamos viviendo, así como yo seguramente existen muchos venezolanos que el bozal de arepa los tiene comprometidos, que solo no nos toca ni pensamos en ello cuando somos estudiantes, desenfrenados y sin ataduras, pero y ¿las consecuencias de nuestra comodidad, de nuestro temor, de hasta luchar con nuestros principios cuales pueden ser? Solo debemos recordar cuando se nos solicite hacer el bien por nuestro país y/o solo por un sector de nuestra población, que los próximos afectados podemos ser nosotros, no creamos que nuestra falsa estabilidad nos va a salvar de las violaciones de derechos que día a día vemos en muchos vecinos, en los amigos de los amigos, que lo leemos en los diarios, lo vemos por televisión, y nosotros desde nuestro confort solo pensamos eso no me pasará a mi porque yo no me meto con el gobierno. Pero también deberíamos pensar y hasta preguntarnos cuando me tocará, cuando voy a necesitar de la solidaridad y del apoyo de los demás.
Les dejo esta reflexión que quería compartir con ustedes, que comprendo sus miedos, sus temores, su desconfianza, pero ¿a que precio?