9/09/2011
Prohibido olvidar a Franklin Brito, murió antes que renunciar a ser persona. Hoy sufrimos las consecuencias de la falta de solidaridad con quienes se han enfrentado al régimen.
Quien valora la libertad y la cualidad de ser persona no puede resignarse a vivir sin dignidad. Franklin Brito, quien murió defendiendo mucho más que la propiedad privada lo demostró.
Franklin fue discriminado, el régimen le violó el derecho al trabajo suyo y el de su esposa, también a la propiedad, a su libertad económica, a la protección de su familia (despojada de su patrimonio), al honor y la reputación; fue torturado psicológicamente durante 6 años de inestabilidad, incertidumbre, indignaciones, frustraciones, impotencia y tristeza, en un proceso de aparente negociación caracterizado por el incumplimiento sistemático de lo acordado por los diversos organismos del Estado o por resultar engañosos en la ejecución (ej. le dieron un tractor pero le negaron el combustible y la asistencia técnica), así como por la imposición de condiciones que Brito consideró inaceptables por carecer de ilegalidad (que recibiera dinero en efectivo) y de un proceso ajustado a derecho que le restituyera legal y efectivamente su propiedad.
Lo más grave fue su reclusión ilegal en el Hospital Militar, acto que comportó la violación de más derechos humanos: La vida, al respeto de su integridad física, psíquica y moral, la libertad, la salud, el derecho a la defensa, al debido proceso, al acceso a la justicia, el de obtener oportuna respuesta a sus reclamos, de reunión, honor, vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación.
Brito fue condenado a muerte cuando fue declarado: “incapacitado mentalmente”, sin un procedimiento legal y recluido -con fundamento en un artículo derogado en 1996 por la Corte Suprema de Justicia- en el Hospital Militar dizque para la salvaguarda de su vida, donde según denunció su hija fue torturado psicológicamente hasta su muerte: “mi papá en muchas oportunidades solicitó asistencia de los médicos de confianza y le fue negada… El era torturado y lo mantenían en un cubículo y a una temperatura de 8 grados porque el depósito en donde estaba era utilizado para terapia intensiva”.
Lo más abominable fue que el régimen pretendió responsabilizarlo a él y a su familia de su muerte, que jamás hubiese ocurrido si en nuestra patria se respetase la dignidad de la persona humana. La Fiscalía abrió una averiguación para investigar si Brito había sido inducido al suicidio, a pesar de que su intención nunca fue suicidarse sino conseguir la reparación del daño que le hizo el mismo régimen.
El Juez que le privó de su libertad fue ascendido.
Esta historia no fue sacada de un documental sobre los horrores del comunismo; ocurrió aquí, en esta aparente democracia de ciegos y sordos, de cómplices por omisión, ocupados en la preservación de su pedacito de cárcel.