27/01/12
Todo está montado para que se produzca otra edición del mismo golpismo electoral. Otra manifestación de un proceso-voto carente de transparencia.
Esto significa que lo conocido como golpe de cuartel desde el 04F-92 se convirtió ahora en golpe del voto. El sufragio en posición y condición de bala.
¿Y cómo se llega a esta posición? Nada nuevo en esta historia llamada republicana que se inicia con la aplicación de la fuerza que conmina al capitán general a volver a cabildo el 19 de abril de 1810. Y a reglón seguido la manipulación de la voluntad popular como medio de legitimación.
Luego del golpe contra Medina Angarita el 18 de octubre de 1945 viene la legalización-legitimación electoral. Igual ocurre después del golpe contra Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. El 07D-58 en "libérrimos comicios" se legaliza el acto de fuerza.
El golpe del 04F-92 se legitima el 06D-98. Esto lo reconoció el golpista-Presidente el 22/01/12. Y a lo largo del período sigue actuando esa supuesta legitimación de lo ilegítimo. Y es por la supuesta grandeza y trascendencia de ese golpe que hoy se le califica como la "revolución del 04F-92".
Y dice más el GP: el 04F-92 parte en dos la historia de Venezuela. Ahora todo está y estará marcado por ese acontecimiento. Es la Venezuela revolucionaria y socialista que se integró a Venecuba.
De modo que en este expaís todo está marcado hoy por lo militar. Y lo electoral está definido y determinado por el acto de fuerza que está patentizado en el cuartel. Por ello se plantea el enfrentamiento entre balas y votos.
Pero en un específico momento se llega a la convicción de que no hace falta volver a los actos de fuerza-bala porque es factible -y así va a ocurrir- convertir la fuerza de las balas en fuerza de los votos. Y de este modo vemos como este régimen aplica todos los recursos necesarios para mantenerse.
Esto quiere decir que a un régimen que ha llevado lo electoral a una condición-situación de fuerza, y el voto se convierte en bala, no es posible derrotarlo por votos que carezcan de fuerza.
Y dejamos muy en claro que no estamos haciendo ni un llamado a la violencia ni a que sea necesario impulsar una fuerza tipo 04F-92 para forjar una democracia.
Afirmamos, una vez más, que sólo con una fuerza social, con la necesaria conciencia de y para la organización, se podrá enfrentar adecuada y certeramente al monstruo de los votos que se volvieron balas.
De modo que en esta coyuntura no llamamos a la violencia ni al voto. Tampoco le decimos a nadie que vote o deje de votar. Pensamos que cada quien de manera responsable debe decidir lo que quiera vivir.
Lo que podemos garantizar es que mientras se plantee el enfrentamiento voto-bala-capital contra el simple y descalzo voto, el colectivo-pueblo muy poco podrá esperar como viento de esperanzas.
Y de nada ha valido que se denuncie esta situación una y otra vez, porque el oficialismo no atiende este tipo de señalamiento y menos cuando cuenta con el silencio o complicidad de unas oposiciones que sienten que ahora no pueden poner condiciones porque eso alejaría la clientela electoral.
Y reiteramos lo expuesto desde hace muchos años: lo que se conoce como democracia electoral es, sin lugar a dudas, un engaño, una trampa llamada a someter la voluntad de las mayorías a una minoría que es portadora de su representación. Por esta vía se desdibuja el colectivo para dar paso a una minoría que se convierte en un poder por lo general omnímodo, ilimitado, como corresponde a cualquier caudillo.
Esto está ligado a la aparición de los hombres providenciales, dotados, superiores, llamados a gobernar la legión de "gente común y de a pie" que deben ser gobernados. Hombres sujetos y cuasi-objetos. Superiores e inferiores. Letrados e iletrados.
Este es el contenido-orientación de la antigüedad clásica recogido por la doctrina positivista que tanto espacio ha adquirido a nivel mundial. La misma que rige hoy en este expaís tomado y avasallado por los caudillos-gendarmes y en donde no se puede pensar y concebir una democracia más allá de lo electoral.
Alrededor de estos lineamientos opera nuestra política. Cada quien en procura de sus fines e intereses particulares y provisionales. Esto es lo que está planteado hoy a nivel de una mesa unitaria que es escenario para las mayores divisiones que se sustentan en una tal disidencia democrática.
Para, supuestamente, enfrentar al monstruo gubernamental, la tal unidad de las oposiciones echa mano del voto democrático, permanentemente pisoteado y negado por el voto-bala-ventajista del régimen.
Pero se trata además de un voto democrático sin democracia que permite que a lo interno del llamado movimiento unitario se produzcan fieros enfrentamientos. Hoy las maquinarias Primero Justicia/Voluntad Popular materialmente confrontan públicamente con las de Acción Democrática y un Nuevo Tiempo por la hegemonía de la situación.
La pregunta es inevitable: ¿y es de esta lucha de monstruos democráticos de donde saldrá la fuerza que pueda derrotar a los monstruos tenidos como revolucionarios?
El portador de votos-balas y mayor capacidad de compraventa será el Hugo golpista triunfador en una contienda contra golpistas sin voto-balas como la MUD. Mientras, el colectivo-pueblo seguirá como un simple y marginal invitado. La tragedia avanza. ¡Qué historia amigos!