24/01/12
El día 23 de enero de 2012, presenciamos el tercer debate televisado entre los precandidatos de la oposición, magistralmente organizado y dirigido por Globovisión, como canal anfitrión. Participaron los 6 precandidatos inscritos, todos con costosas cuotas pagadas. Cada uno respondió igual número de preguntas, en igualdad de condiciones por ser cada uno un precandidato acreditado. Hasta ahí, muy bien. Pero dos de ellos nos tenían preparada una traviesa sorpresa no develada sino al final, luego que habían recibido preguntas y expuesto sus propósitos e intenciones a realizar de ser electos presidentes, en paridad de condiciones, repetimos, con sus inocentes competidores, como inocente fue el modelador y la planta de televisión. Resulta que al final del encuentro nos informaron que no eran 6 los precandidatos sino 5 porque uno, en combinación con otro, ya había tomado la decisión de no serlo. Esto quizás parezca parte del juego y hasta se aplauda como una viveza criolla, de esas a las que nos tiene acostumbrados Chávez con sus manipulaciones tipo “chaz”, pero a mí me resultó de muy mal gusto, sobre todo viniendo de jóvenes que han renegado agriamente y sin contemplaciones de lo que han llamado sin piedad la “sucia” manera de hacer política de los políticos y partidos de la era democrática, de la que, al igual que el chavismo, abjuran y prometen que “no volverá”; que no se prestarían a componendas politiqueras porque su sangre nueva garantizaba toda una renovación en la manera de hacer política, sin esguinces ni trampas.
Me pregunto yo, en mi soledad de espectador y votante por fin animado a concurrir, ¿no hubiera sido más leal del precandidato ya decidido a retirarse, anunciar que no iba a concurrir al debate y ofrecer una rueda de prensa para el día siguiente o anunciar su declinación y apoyo a otro de inmediato? ¿Para qué presentarse ante nosotros como candidato y responder preguntas ofreciendo lo que haría de ser presidente si ya había pactado su retiro? Es evidente que el receptor del apoyo del renunciante también conocía la decisión y participaba del juego, casi burla a los electores y demás precandidatos ¿Estamos para estas travesuras? ¿Es que estos dos señores se han contagiado de los chistes con los que nos tiene hartos Chávez?
En todas las actividades de los hombres debe existir un condicionante de la conducta que se llama la ética, definida ésta como aquella “parte de la filosofía que trata de la moral o las obligaciones del hombre” y “Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana” (DRAE). Esto puede sonar antiguo a muchos y hasta poco útil, lo que no debería extrañarnos en estos tiempos de los Arias Cárdenas y Chávez, 4 de febrero, etc., en los cuales valen mucho las audacias de pájaros bravos y tíos tigres, de los “por ahora”, y las vidas dedicadas a lograr a cualquier costo los objetivos políticos, comerciales, financieros, sociales o de cualquier calibre. Puede que para algunos tenga sentido eso de que “en la guerra y el amor, todo se vale”, pero estoy seguro que la gran mayoría aspira a salir del chavismo para ver juego limpio, con modales, con ética. No me gustó la jugada innecesaria e inmadura.
Todo candidato tiene derecho, y hasta obligación de retirar su candidatura si no le ve futuro ni utilidad, sobre todo si se está empeñado en una causa común, como es liberar a Venezuela de la tiranía de Chávez, pero hay que saber hacerlo, sin componendas ni trampitas como acudir a un debate de candidatos sin ya serlo, y además en una condición ya pactada con otro actor de la comedia y a dúo. No había necesidad de la burla a los demás compañeros de competencia noble o a los electores.
El retiro de alguna, o todas las candidaturas, no es malo en sí; es lógico cuando se enfrenta a un Tirano en su terreno y patio, como el que cultiva con su CNE; ya lo habíamos advertido por la confusión de las candidaturas muy similares en conductas y planteamientos, pero hay maneras que los hombres deben saber manejar en la política, y esas maneras se conducen por el cauce de la ética.
Hay una ética hasta para hacer la guerra y más para hacer la política. Lástima por el espectáculo.