7/3/12
apátrida.(Del gr. sin patria).1. adj. Dicho de una persona: Que carece de nacionalidad. U. t. c. s.Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Hay que tener unos riñones muy bien plantados para decirle a los verdaderamente venezolanos “apátridas”. El repertorio de albañal de la boca del tal sarcomandante es algo verdaderamente impresionante. No por el nivel; es obvio que de tal boca no podría jamás salir una frase ni lejanamente bien construida ni remotamente educada. Ese lenguaje de los más bajos fondos no podría jamás ser modificado; como el proverbial alacrán de la historia, es “su naturaleza”. Sus insultos usuales son producto de la más absoluta falta de educación recibida, tanto en casa como en donde se supone que fue enviado a ello, y ya, lamentablemente, nos hemos acostumbrado a oírlos (y maldito sea el trópico por dotarnos de una memoria tan corta y complaciente).
Que nos llame escuálidos, pase; oligarcas, pase; burgueses, pase (aún cuando insisto en que alguien debería explicarle al infeliz el significado de las palabras), pero ¿“apátridas”? Bajo ninguna circunstancia se lo acepto a un megalomitómano que no tiene siquiera la más mínima noción de lo que es la palabra PATRIA. Y menos a un triste gañán que ni siquiera sabe dónde nació, y a las pruebas me remito, otorgándose a sí mismo el derecho a ser cubano. Pues no, Mariscal de triste campo, usted ni siquiera tiene una noción de lo que es “patria”… Usted, que no ha hecho más que entregarla (la que lo vio nacer en mal momento) a cualquier extranjero adulante que le sobe la giba (esa nacida del mal del que ya “está curado”) y que le coloree el infinito a su gusto. Entregada, regalada, ofrecida a cubanos, rusos, chinos, bielorrusos, iraníes y demás bichos con uñas como si el país fuera suyo; como si las siete (sí, siete) estrellas de nuestra gloriosa bandera hubieran sido puestas para repartir una a cada cual que lo lisonjee. No, sarcomandante, sencillamente no aguanto el asco…
Habla de la “IV república” alegando que se había “entregado” el país “al Imperio”; ¿y qué ha hecho usted? Usted ha llenado los cuarteles de CUBANOS dando órdenes (¡qué tristes esos militaruchos que las aceptan!), la ¡seguridad del estado! (¿entiende el nombre?, ¿SEGURIDAD?) entregada a los mismos fracasados cubanos que en ¡52 AÑOS! no han podido ni alimentar a su propio pueblo y ahora vienen de retorno al ¡CAPITALISMO! ante el fracaso de su inmundo zoocialismo en cuanto país ha sentado sus posaderas en él…
¿Qué usted me llame “apátrida”? No, sarcomandante, vaya usted bien largo a donde debía estar hace mucho tiempo, en las filas de los Quislings, vergüenza total y absoluta de un país que alguna vez fue digno… Apátrida es usted y sus ministros y los poderes “autónomos” que lo rodean, entrando a saco y ni siquiera para disfrutar los espolios; peor, para repartírselos a esa manga de muertos de hambre que le dicen todo lo que usted quiere oír para reírse luego de que se dé la vuelta; apátrida es quien no tiene claro dónde nació y se llena la boca diciendo que “hay dos patrias que son una sola”, no, sarcomandante, no, la mía se llama VENEZUELA y es única. Los demás que se sientan orgullosos de las suyas; esta es la mía y aquí me quedo dando la cara y diciendo ¡FUERA LOS VENDEPATRIAS! y con la seguridad de que en algún momento, más temprano que tarde, deberán responder ante la ley y los compatriotas que queden por la traición a la patria más infame que han conocido nuestros libros de historia. Porque no es tan solo el hecho de la invasión promovida por usted; más allá, el descaro con que ha entregado de manera irreparable, el Esequibo, las concesiones bajo cuerda a Colombia en el Golfo, pero, claro, todo como “secreto de estado”, palabras que usted y su cuerda de comunistas “internacionalistas” usan para tapar todas las desvergüenzas cometidas.
¿”Apátrida”? No, sarcomandante, apátrida es usted que ni siquiera tiene la noción de patria. No hable tanto de Bolívar y procure leerlo (si es que sabe leer más allá de m de mamá, f de fusil y c de comunista). No haga el triste y ridículo papel de anunciarse como “marxista” sin haber leído ni “El capital” ni el “Manifiesto comunista” por lo menos, como tuvo el santo valor de decir ante las cámaras o “bolivariano” sin haber leído una sola palabra de las escritas por Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad.