Rafael Muci-Mendoza / El sute revolucionario
24/4/12
La malnutrición en un país petrolero y botarate, es una forma encubierta de violencia
La noticia cala profundo y dolorosa como una saeta de fuego lanzada con desgaire: El niño venezolano desacelera su crecimiento. Es la punta del iceberg de la perversidad y el " a mí qué me importa... " de la hora de la modorra, esa que apenas asoma en otra hora menguada y sombría para la nación venezolana. Sometido a la involución revolucionaria, el niño malnutrido, producto de la revolución bonita, sute, de apariencia física menguada, pequeño, flaco y enteco, no será otra cosa que fiel trasunto de la maldad entronizada en nuestro país desde casi tres lustros. La malnutrición en un país petrolero y botarate, es una forma encubierta de violencia, pues si antes los niños comían perrarina ahora sólo les queda las migajas de la corrupción.
Serán niños con bajo peso cerebral, menor población de neuronas, cortos en el pensar, castrados de inteligencia, producto ideal para la sumisión y el manejo del dictadorzuelo de turno, marionetas del guiñol comunista, mientras aquellos de la cúpula vivirán bien dentro del latrocinio y el arrebatón de donde nutren sus faltriqueras; sus hijos malgastarán en francachelas una herencia que nunca les ha pertenecido pero que creen suyas. Mientras el otro implora a Dios por más vida para terminar de des-hacer lo que todavía no ha destruido, los niños son condenados a la inopia y la servidumbre, a la nueva esclavitud del poder. Hay montones de evidencias que vinculan la pobreza y las condiciones de vida sombría, a la baja talla, pobre rendimiento académico; y, además, el impacto de las dificultades financieras ya presentes al nacer son perjudiciales para el desarrollo cerebral y la función cognitiva del niño.
De sutes de espíritu e ideas constructivas está lleno el lánguido reino revolucionario.