14/5/12
Compatriotas: La rebelión es un derecho histórico en Venezuela. Tiene su origen y raíz en la historia. Se fundamenta en la imposibilidad de evolución pacífica por la cerrazón de las oligarquías gobernantes de cada una de las “repúblicas oligárquicas” que hemos tenido, las cuales no han dejado otra salida. La Constitución lo consagra (Art. 350) y el régimen lo ensalza (celebración anual del golpe militar del 4-Feb-92).
Venezuela ha tenido cinco repúblicas, todas oligárquicas. Todas se han instaurado con una rebelión y las cuatro anteriores a la actual han terminado con otra rebelión. Es de suponer que la Quinta tenga el mismo fin. No hay razón para sostener lo contrario. Hay más motivos que nunca antes para que sea así.
En la Primera República Oligárquica (1830-1864) la oligarquía gobernante fue de los generales de la independencia. Sólo ellos podían gobernar. Era inadmisible el acceso al poder de un civil como Vargas. El papel de los civiles era de segundones de los generales, a cambio de hacerse ricos a la sombra del poder. El sistema estaba totalmente cerrado a evolución o reforma. Esta república oligárquica se instauró con la rebelión llamada “guerra de independencia” y terminó con la rebelión llamada “guerra federal.”
En la Segunda República Oligárquica (1864-1899) la oligarquía gobernante fue de los generales liberales, a la cabeza de ellos Guzmán Blanco primero y luego Crespo, alrededor de los cuales se formó la camarilla de civiles que medra siempre a la sombra del caudillo, haciéndose ricos. La cerrazón de esta oligarquía impidió la evolución pacífica. Al más famoso líder de oposición, el también general José Manuel Hernández, alias “El Mocho”, le robaron las elecciones con el fraude más descarado (“Su fama como tribuno y su popularidad como hombre honrado alcanzan niveles nunca vistos antes en unas elecciones; su victoria se da como un hecho, pero el día de la votación el gobierno manda a ocupar las mesas y se impone la elección del candidato oficial de Crespo, el general Andrade” NHV). No había otra salida que la rebelión. Esta república oligárquica se instauró con la “guerra federal” y terminó con la invasión de los andinos, quienes aprovecharon el vacío de poder y de liderazgo que se produjo a causa de la muerte de Crespo.
En la Tercera República Oligárquica (1899-1958) la oligarquía gobernante fue de los generales andinos, a su servicio como siempre una camarilla de civiles enriquecidos a la sombra del poder. Esta oligarquía estableció la reelección indefinida, rompiendo con la tradición constitucional, pero no así con la tradición de fraude electoral reforzado con la elección de segundo grado (Franco Quijano, su operador, era sinónimo de fraude). El pueblo no elegía, sino los burócratas. Contra esta oligarquía se produjo la rebelión del 45, pero tres años después volvió al poder con otro general andino. El fin definitivo de esta república oligárquica se lo dio la rebelión de 1958.
En la Cuarta República Oligárquica (1958-1999) la oligarquía gobernante fue de los partidos AD y COPEI. Para el 92 el sistema estaba agotado. Surgió la posibilidad de una evolución con las elecciones del 93. Pero en verdad, contra lo previsto, lo que se produjo fue una regresión que condujo a la rebelión del 99. Así la Cuarta República Oligárquica se instauró con la rebelión del 58 y concluyó con la rebelión del 99.
La Quinta República Oligárquica (1999-2012) se instauró con la Constituyente, un acto de rebelión contra la Constitución del 61, con la cual se inició un Golpe de Estado Continuado todavía en desarrollo, efecto retardado de la rebelión militar del 92 y desde luego, como lo enseña la historia, terminará con una rebelión, por los despojos, confiscaciones y abusos como en 1859, por el vacío de poder a causa de la muerte del caudillo y el fraude electoral descarado como en 1899, por la jefatura militar de generales corruptos como en 1945, por la reelección indefinida como en 1958 y por el agotamiento del partido gobernante y el desencanto popular como en 1999. Se unen todas las motivaciones de las rebeliones anteriores, a las cuales se agrega que ha sido la más oligárquica, corrupta, inepta, intolerante, excluyente y cerrada de nuestra historia. Y, para colmo, ha sido la única comunista, vende-patria (por servil a Cuba) y entendida con guerrilleros, bandas de narcotraficantes y toda clase de malandros. En fin, ha sido la peor de todas. Ninguna otra podrá superarla en corrupción, maldad y cinismo, ni que se lo proponga.
Son muchas las banderas a la orden de la rebelión que seguramente, porque lo enseña la historia, pondrá fin a la Quinta República. Sus líderes podrán decir como De Gaulle en su momento: “Yo no tomé el poder, sino lo recogí del suelo donde estaba caído en el lodo.”