23/5/12
Compatriotas: Para salir del infierno donde estamos metidos (porque, sin duda, esto es el infierno), los venezolanos tenemos que sortear las pruebas diabólicas que nos ha puesto El Tirano, guiado por la mente satánica de su maestro Fidel Castro. A la primera de estas pruebas diabólicas podemos llamarla “pasar por las horcas caudinas.” ¿Cuál es y porqué llamarla así?
En los tiempos ya remotos de la educación de calidad, que la hubo en el pasado, aprendíamos en bachillerato el significado de “pasar por las horcas caudinas”. Viene de un episodio de la historia de Roma, de tanta repercusión en el pasado que ha servido durante siglos para describir la situación penosa de quienes, tanto en la guerra como en la política, caen en la trampa del enemigo, a pesar de haber sido advertidos, sufriendo por ello derrota, humillación y deshonra. Los romanos fueron engañados por agentes del enemigo, disfrazados de inocentes pastores, quienes le hicieron creer que el único y más fácil camino para la victoria era pasar por un desfiladero estrecho situado entre dos montañas, precisamente las Horcas Caudinas. Allí fueron esperados y aniquilados. Para mayor escarnio a los sobrevivientes los obligaron a rendir honores a los vencedores, debiendo caminar inclinados por debajo de un arco de lanzas.
¿A qué llamo ahora “pasar por las horcas caudinas”? A la elección presidencial, primera prueba diabólica que se nos ha puesto para impedir que salgamos de este infierno. ¿Porqué llamarla así? Veamos. No existe en la historia una tiranía comunista que haya perdido una elección organizada por ella. Y, sin embargo, la que tenemos aquí hace creer lo contrario mediante el engaño. Convence a los partidos, valiéndose de infiltrados, que es posible tomar el poder por esta vía fácil, sencilla y directa, sin derramar una gota de sangre ni recibir siquiera un golpe. A los que advierten sobre la trampa se los aparta. A los que claman por tomar precauciones, se los calla. A los que recomiendan un Plan B, se los ridiculiza. Se meten, pues, en el desfiladero de la elección presidencial, sabiendo que el enemigo domina las dos montañas inmensas que están a cada lado. Son: el ventajismo y el fraude. Estas son las Horcas Caudinas.
El ventajismo es grosero e impúdico. Un CNE controlado totalmente por la tiranía. ¿Para qué? Para no perder la elección presidencial, la que realmente les interesa. Con este fin han sido puestos allí sus miembros. Todo el dinero de la República financiando la campaña de El Tirano. Rota la unidad del Tesoro, El Tirano mismo dispone discrecionalmente de la renta petrolera para financiarla. Legalizada la compra de votos con el nombre de misiones, que son las bolsas donde se cotizan. Todos los funcionarios públicos convertidos en activistas de la campaña a tiempo completo, pagados con dinero público. No hay República, sino partido y jefe. Radios y televisoras públicas dedicadas exclusivamente a la campaña por la reelección de El Tirano. Cadenas diarias para que también los medios privados sirvan a la campaña de El Tirano. Y el remate, los militares también en campaña, proclamándose “bolivarianos, socialistas y chavistas”. Y son estos militares que se proclaman chavistas los encargados de cuidar de los materiales electorales y transportar las actas.
El fraude no puede ser más descarado. La tiranía, con asesoramiento cubano, emite cédulas múltiples, cedula a extranjeros y lleva el registro electoral. Contrata sus propias máquinas de votación. Compra equipos para mejorar la identificación del voto de cada elector. ¿Quién puede creerles que cada equipo que instalan es para garantizar la pureza de la votación? Para garantizar pulcritud basta con elegir un CNE imparcial. Se vende sus propias máquinas de votación. ¿Las llamaremos “máquinas preñadas” a semejanza de las “urnas preñadas” que se usaron en México? Se transmiten los datos por la red de la tiranía. Retienen los resultados encerrándose en una sala de totalización adonde sólo ellos pueden entrar. Y, por si alguno reclama, todos los jueces electorales son suyos.
En descargo de los romanos que cayeron en la trampa, hay que decir que no conocían el paso por las Horcas Caudinas porque jamás habían pasado por allí. Nosotros no podemos decir lo mismo. Sabiendo lo que nos espera, obviemos las Horcas Caudinas haciendo un rodeo para caerle por detrás al enemigo. Usted me entiende, ¿verdad?.