9/11/12
Debo confesar que de estudiante y aun cuando trabajé en tribunales penales, el término derechos humanos no era tan oído por mi, quizás era la época, siempre existió el maltrato hacia el aprehendido por parte de los policías, la violencia carcelaria no eran tan brutal como en estos tiempos, se hablaba mas de hacinamiento, ausencia de sanidad, malos tratos a los familiares en los días de visita, pero ayer como hoy la gente se abstiene de denunciar en forma individual, quizás por miedo, por desconfianza, por esa complicidad a la que nos exponemos quienes tenemos un familiar preso, quizás por creer que estamos protegiendo a nuestros familiares, que de denunciar tales atropellos nos será suspendida la visita, que lo trasladarán mas lejos.
Cuando lo ves de lejos, desde la óptica del funcionario quizás piensas, “allá ellos si no denuncian”, si no denuncian quedará en chisme y, peor, jamás se determinará quien o quienes son los maltratadores y/o violadores de derechos humanos; ves que el papeleo que tienes que hacer es infructuoso sin la colaboración de las víctimas directas o indirectas en los casos, quizás también el papel, en ese tiempo, de la víctima era reemplazado totalmente por el Ministerio Público, institución que conocí por dentro y admiraba hasta cierto punto, la actividad desplegada tanto por Fiscales como por los activistas de derechos humanos, cuando se trataba de sanear a las policías y a la guardia nacional de todos aquellos que a mi ver no merecían seguir en el servicio y que además veía a través de los ojos de la vocación y el amor que se debe tener hacia la labor que desempeñas.
No tenia tiempo de ver hacia los lados, quizás de vez en cuando solo veía a Fiscales flojos, que podían dar un poco mas, aun cuando de vez en cuando me llegaban rumores de algunos que se corrompían al vender sus opiniones, al no cumplir plenamente con su trabajo, ponerse de acuerdo con los jueces, situación que verdaderamente no entendía desde el aforismo todo ladrón juzga por su condición, yo no podía comprender ese hecho, quizás era inocente y creía en la justicia, en el derecho.
De estudiante de derecho, que a su vez trabajaba como asistente en tribunales, veía que los Fiscales no daban el todo por el todo, que posiblemente un cambio de mentalidad le vendría bien a la institución, hecho que me llevo a entrar a la Fiscalía General de la República. Oía hablar de las dichosas tribus, pero nunca sentí curiosidad como funcionaban, quizás estaba muy ocupada trabajando y estudiando.
Tiempo después, 2004, año en que mi óptica cambio de funcionaria responsable y transparente, aunque se vea mal que yo misma lo diga, a víctima del sistema penal, empecé a ver el monstruo por dentro, aun cuando desde 1984 estaba dentro de él, fui parte de él, me percate de otro detalle, no solo los policías violaban los derechos humanos, también lo hacían Representantes del Ministerio Público y los jueces, gran descubrimiento, y aun cuando lo vengo viviendo, todavía me redescubro como una romántica del derecho, creo en la justicia. Otro descubrimiento que hice fue la quimera en que se convirtió la lucha por los derechos humanos y realmente quisiera que ese monstruo imaginario (de acuerdo a la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón) de la mitología griega existiera y hasta desearía ser una para enfrentar lo que vemos a diario.
¿Que observo? ¿Que voy aprendiendo a analizar? ¿Que me desagrada ver? Esa agenda oculta que existe tras mucha gente que se nos acerca día a día. Y me sigo preguntando por que el ser humano es así? Será que siempre han sido así; o sencillamente se desató, o simplemente me percaté de esa situación o será como muchas cosas en nuestro país una sensación, lo que es cierto es que no he aprendido a comprar personas y mucho menos a corromperlas y tampoco me han llegado a mi precio, porque como se comportan varias, creo que todos tenemos un precio.
Estos últimos ocho años he tenido que tratar con todo tipo de persona, y es lamentable que ahora no pueda distinguir entre las que tienen buenas intenciones y las que no, las que te hablan con sinceridad y las que no, ya que también he aprendido que nada es de gratis, incluso he conocido gente que ha podido vivir sin trabajar en muchos años, y no pertenecen a ninguna misión, pero eso si todas tienen su agenda oculta.
Cuando alguien viene hacerme algún ofrecimiento de acto, rueda de prensa, comunicado a favor de los presos políticos, o sencillamente soy invitada, ya instintivamente me pregunto ¿que habrá de tras de esto?, ¿cual será la verdadera intención?, ¿Cuál será el costo de esto?
Tal vez ese tipo de pregunta no me las hacia antes, pero he tenido que ser testigo de tanta bajeza, ser víctima de tanto desecho humano con mensajes de buena voluntad, de tanta gente tratando de sobrevivir en nombre de una causa, pero a costa de la libertad de muchas personas.
De observar las miserias humanas he podido concebir por contraste la verdad, el bien, la justicia y la libertad, aprendiendo que la mayor parte de las acciones del hombre siempre van estar motivadas por algún tipo de interés.
Nunca entenderé, porque el protagonismo, la envidia, la intriga, las mentiras fueron parte fundamental de un grupo de personas para sobrevivir en este tiempo, nunca entenderé tampoco por que si la causa solo era una, luchar por la libertad de los presos políticos venezolanos, por las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, así como el que no se nos impusiera una forma de gobierno distinta a nuestro forma de pensar, en fin a luchar por nuestras libertades civiles, políticas, y sociales, teníamos que actuar por separado y de ello aprendí, que todo el problema radicada, en el protagonismo.
Siempre me pregunto que método utilizar, como puedo ser mas tolerante ante esta situación de siempre querer imponerse el Yo, sobre el nosotros, nunca he podido aguantar la miseria humana, las bajezas, el pisar a la gente para sobresalir tu, el protagonismo, siempre he creído eso si, que todos absolutamente todos los seres humanos tenemos nuestros cinco minutos de fama, entonces hay que disfrutarla, pero eso de querer estar en la cima todo el tiempo, de querer ser mas víctima que los demás, nunca he podido soportar a esos seres humanos, creo firmemente que la grandeza del ser humano esta en ponerse de pie ante las dificultades y tropiezos que te pone la vida, no en hacer gala de ellos y quererte imponer a fuerza de lástima, o de mal poner a los demás.
Eso me recuerda que nos hemos convertido en una sociedad y en individuos que nos estamos acostumbrado a exigir derechos olvidando que también tenemos deberes, a vivir del trabajo de los demás, a restar crédito a lo que hacen los demás, porque el afán de protagonizar es mucho mayor que realmente ser un servidor social, lo que mas me desespera es en lo básico en que nos hemos convertido los venezolanos, sin principios, sin identidad, donde el individualismo posesivo, es decir ese protagonismo, que ha minado al ser humano y a la sociedad, aunque tengo mas la sospecha de que en realidad ha sido la indolencia, la indiferencia o de plano la ignorancia lo que nos ha motivado día a día a no ser mejores seres humanos.
Estamos siendo víctimas de este socialismo del siglo 21, comunismo, o lo que sea, ya que creo que ni los y que revolucionarios sepan cual es su doctrina, cual es su dogma, cual es su línea de pensamiento, salvo devastar al país, regalar las riquezas del mismo, exterminar la propiedad privada, aniquilar a quienes pensamos distinto, resentir de la sociedad.
Por eso, solo por eso, estoy convencida que tenemos el gobierno que nos merecemos.
Jackeline Sandoval de Guevara