21/9/19
Apreciada Tamara, te agradezco inmensamente la carta-repuesta a la misiva que te envié. Fue clara, precisa, muy detallada, y sobretodo emocionante para mí.
Tus palabras retumbaron por todas partes, el eco ensordecedor que llegó a sus oídos. Por causa de esto, han venido aplicando sobre mi persona y la de Régulo García (mi asistente preso, aquí conmigo) una serie de represalias que van subiendo en brutalidad e intensidad. Primero nos aislaron del penal, solo pudiendo salir a la Zona B, después nos prohibieron participar de cualquier actividad en el penal, sostener hasta la más mínima conversación. Explícitamente prohibición de hacer deportes, ir a la biblioteca, dar o asistir a clases, tener tertulias filosóficas e históricas, asistir a misa, recibir los Sacramentos, participar en el Rosario o en actividades Marianas, dar conferencias sobre la Doctrina Social de la Iglesia Católica o sobre temas históricos, ir a lavandería o utilizar cualquier servicio dentro del penal.
Es tan absurda la persecución montada por el Director del penal directamente, Cnel. Carlos Andrés Hernández, que no sé como definirla, si política, religiosa, ideológica, contra el pensamiento o todas ellas juntas. Es tan sin razón el método y las medidas, que es muy difícil pensar que no haya sido una orden del alto gobierno. Tanto más dicen los chismes de corredor, que este señor Carlos Andrés Hernández, actúa así por su relación de sumisión a Diosdado Cabello desde hace muchos años.
También tenemos la requisa en la madrugada del domingo 25, en donde además de todas las informaciones que deben haber llegado de los desmanes del DGCIM en esa ocasión te comento que me encaré con el General Carlos Terán, quien estaba acompañado por un tipo que se hace llamar Hanover y otro de apellido Gramcko, los cuales pretendían que me arrodillase, cosa que no hice y que después de un intercambio de palabras me robaron las pocas cosas que tenía y regaron por el piso las medicinas para el tratamiento del cáncer que tengo en el ojo. Mientras se burlaban de mi enfermedad y decía que le tenía que agradecer a Maduro que me estaba cuidando. Lo más cínico de este comentario es que viene justamente de las personas que me torturaron en la sede del DGCIM y en la Cárcel Militar de Santa Ana en el Táchira, que fue lo que me produjo el cáncer. Todo esto sucedió en un recinto muy pequeño, estando además de estos tres personajes 50 funcionarios más del DGCIM con fusil en mano cada uno. Las 16 personas recluidas conmigo en la celda, el Director del penal y 5 custodios. Cuando le dije al Director del penal que estaba siendo robado, él con una risita cínica me contestó que iba a ver que podía hacer.
Éste es el comienzo contra la bestia de Ramo Verde (el Director), es una lucha que nadie sabe hasta donde puede llegar.
Saludos,