La convulsión política en América Latina: ¿Hacia la revolución militar-socialista-bolivariana y la liquidación del neoliberalismo? Pregunta la Cátedra Pío Tamayo de la Universidad Central de Venezuela y se responde lo siguiente.
Primero, nos restringimos al contexto de América Latina, en particular, las manifestaciones en Ecuador, luego en Chile, el retorno de Cristina Kirchner en Argentina, el descomunal fraude electoral de Evo Morales en Bolivia y los más recientes disturbios en Colombia: “La brisita bolivariana a punto de convertirse en huracán”.
Luego, la explicación del Foro de Sao Paulo, dicho por ellos mismos: todo corresponde a un plan diseñado en Caracas, en su encuentro XXV, del 25 al 28 de julio, donde se desglosan país por país, sus resoluciones.
Por ejemplo, en Ecuador apoyan al prófugo Rafael Correa y sus secuaces, Ricardo Patiño, Jorge Glas y la enrevesada trama de espionaje internacional representada por Julian Assange y Oli Bini, enfrentando al “tránsfuga” Lenin Moreno.
En Chile, impulsan “la cumbre de los pueblos”, contra el foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), con los resultados conocidos. Hoy celebran la suspensión de ambos eventos, una pedrada en la vitrina del liberalismo: “Hacia los 50 años del triunfo de Salvador Allende”.
En Argentina, respaldan a la pareja de Alberto y Cristina Fernández contra el gobierno de Mauricio Macri; así como en Bolivia apoyan al “hermano Evo” en su aspiración a un cuarto mandato, siendo ya el dictador que más tiempo a gobernado Bolivia en toda su historia.
En Colombia tercian por los acuerdos de La Habana FARC-Santos, calificando al gobierno de Ivan Duque como “genocida”, a favor del “Movimiento Defendamos la Paz”; así como acusan al presidente de Paraguay, Abdo Benitez de “neofascista”, por su entendimiento con Bolsonaro y Macri en la llamada Triplefrontera.
En Nicaragua apoyan la “pacificación” de Ortega-Morillo, como en Cuba promueven el “Encuentro antiimperialista de solidaridad, por la democracia y contra el neoliberalismo” realizado en La Habana del 1º al 3 de noviembre.
En Brasil impulsan la campaña “Lula libre” a quien proponen otorgarle el Premio Nobel, promovido por el inefable Adolfo Pérez Esquivel, mientras orquestan la guerra sucia nacional e internacional contra el presidente Jair Bolsonaro.
Finalmente, la explicación de la Socialdemocracia, expresada por sus más conspicuos voceros, admite que sí puede haber cierta intervención del F de SP, pero no debe sobrestimarse, como ellos pretenden, exagerando su poder e influencia; en realidad existe un caldo de cultivo para que estas incitaciones hayan tenido tanto impacto y extensión.
Estas razones serían la desigualdad y la corrupción. Pero, ¿era Chile menos desigual y corrupto durante los períodos de Bachelet? Al contrario, la desigualdad en Chile no ha cesado de disminuir, como de aumentar la transparencia, según los índices internacionales generalmente aceptados.
Por otra parte, todos los países de AL son desiguales y corruptos, más que Chile, pongamos por caso, México y ¿por qué no? Cuba, donde más de la mitad de la población está por debajo del umbral de la pobreza y la nomenclatura lleva una vida principesca.
Es más, en qué país del mundo no existe desigualdad y corrupción, ¿en Rusia? ¿China? Esta explicación de la socialdemocracia no explica nada y solo sirve para enarbolar la única bandera que le queda, que es la apelación a la “desigualdad”, sin que se sepa exactamente a qué se refiere.
La respuesta verdadera siempre resulta ser la más sencilla: la razón es que hay una voluntad política detrás de los disturbios. Pero, ¿por qué es tan difícil verlo o admitirlo? Por la devoción que tienen las Internacionales Comunistas y Socialistas por las actividades clandestinas. Siempre procuran actuar tras bastidores y presentar sus decisiones políticas como si fueran fatalidades históricas.
En realidad estos disturbios se fraguan en unos comités, alrededor de unas mesas directivas. Todo lo demás es movilización de las organizaciones y difusión de propaganda, para lo que se prestan gustosos los medios de comunicación colonizados por el marxismo cultural. La causa de los disturbios es el aumento de las tarifas del metro, claman al unísono, luego los disturbios se extienden a ocho ciudades donde ni siquiera hay metro y de allí a todo el país.
Las verdaderas razones hay que buscarlas en el endurecimiento del embargo a Cuba, las sanciones contra Raúl Castro y su familia, de las que ellos no han hecho la menor mención, así como a los agentes de su entorno, incluso en Venezuela y Nicaragua; suspensión de los cruceros, vuelos regulares y remesas familiares; la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, contra la que vociferan abiertamente las declaraciones del F de SP.
Replican según la máxima de que la mejor defensa es el ataque: “Si ustedes quieren derrocar a nuestros gobiernos, nosotros derrocaremos a los suyos”. Así de simple.
Luis Marín