Alberto Lossada Sardi / ¡Abajo los valores, viva el oropel!
09/11/11
Definitivamente, este mundo “moderno” no deja de sorprenderme. Pareciera que todo aquello que nos fue inculcado tanto en la escuela como en nuestros hogares “pasó de moda” o, muy simplemente, “no sirve”. Arcaicas ideas como la dignidad, la honestidad, el amor y la convivencia o el vetusto díctum del derecho romano “suum quique tribuere”[i] (dar a cada cual lo que le corresponde) han sido olímpicamente desechadas y tiradas por la borda por hordas de bárbaros que reconquistan el mundo para propagar sus valores de que el mundo es de los fuertes y violentos, y que el derecho es un refugio de los débiles[ii].
Ahora oímos hablar de la “dignidad” de una nación entregada por sus gobernantes a invasores extranjeros –para hacerlo más grave, cordialmente invitados a invadir-, o la de una nación –invasora- que no puede alimentar a sus propios ciudadanos, o la de una nación “anti imperialista” pero que mantiene como moneda de curso legal el dólar de los EE. UU., o la de la nación invadida que hace muecas, ofende y agravia al “imperio” pero se abstiene de dejar de venderle lo único que produce…
Oímos hablar de honestidad a los mismos individuos que entran a saco en los despachos públicos y exigen honestidad a los demás[iii]. Individuos que se verían en serios aprietos si tuviesen que justificar propiedades, vehículos y un tren de vida desconocidos para ellos trece años ha.
Oímos hablar de amor y convivencia a los mismos que han dividido el país a la medida de sus propios resentimientos, apropiándose el monopolio del amor para sus partidarios, esos mismos partidarios que agreden a cuanto ser ose discrepar de sus ¿ideas? Amor y convivencia a quienes escupen los despojos de un eminente cardenal y agravian sus restos; a quienes arrastran damas en manifestaciones políticas por los cabellos o disparan “gas del bueno” contra estudiantes desarmados.
Oímos hablar de “respeto” a la propiedad privada y la libre competencia a quienes nos nutren con clichés marxistas como: “De cada uno según su capacidad y a cada uno según sus necesidades”, cómo si esto fuera una panacea para la sociedad que vivimos, olvidando –convenientemente- que en él se encierra la respuesta al fracaso de lo que en su tiempo fue la órbita comunista.
Todo esto se complementa con el “valor” de los “mártires” del socialismo y su “lucha por las masas populares”.
Pero la evidencia nos demuestra algo diametralmente opuesto: una arrogancia extrema y despótica en el poder y una cobardía inimaginable a la hora de las cuentas finales… Empiezo a recordar, ¿dónde fue encontrado Saddam Hussein?, escondido en un crudo hoyo en la tierra, tratando de escapar a su destino; ¿Mu’ammar Qaddafi?, escondido en un ducto de aguas negras, preguntando “¿qué pasa?” y -¡oh misterios de la vida!- pidiendo clemencia; Ceasescu, intentando comprar a los militares que lo arrestaron. Y algunos “héroes revolucionarios”, v.gr. Alfonso Cano, barbudo por años en las FARC, limpiamente afeitado para no ser reconocido; Raúl Reyes, durmiendo empijamado en un campamento guerrillero (no, no es chiste de mal gusto) o el mismísimo ícono de la “revolución”, pidiendo clemencia al momento de su captura: “Soy El Ché, no me maten, valgo más vivo que muerto…” Sin necesidad de ir tan lejos, ¿no es de todos conocido el “Héroe del Museo Militar”?
Hemos cambiado valores reales por el oropel de resentidos (en inglés, una palabra es mucho más descriptiva: “misfits”) que pretendieron invertir esa escala por su ineptitud, por su incapacidad de progresar por méritos propios aunada a una codicia verdaderamente espeluznante. Y solo han conseguido convertir su poder en el de Midas al revés, cuanto tocan se vuelve excremento…
Y más asombroso aún es que parecen no aprender las lecciones. Por su propia incapacidad (o los problemas de sus psiquis, supongo) creen que el poder es eterno y que a ellos nunca les llegará el día. Solo cuando ven la muerte cara a cara en desigualdad de condiciones comprenden su propia impotencia ante ella y es cuando surgen los bilongos, las ceremonias con chamanes y todas las hierbas aromáticas que les ofrezcan. Y es que el ahogado de algo se quiere agarrar…
Y los pueblos deben cargar con sus culpas; éstos tampoco aprenden, y continúan siguiendo a vendedores de manteca de culebra, baratijas e ilusiones como si ello les abriera las puertas del cielo de par en par. Ya, además de todos los nombrados, pasó con Hitler, Stalin, Mussolini, y siga contando… En este mundo “moderno” se vieron, hasta la saciedad, las últimas imágenes de Qaddafi, de Hussein, de Reyes, de Cano. ¿Qué más necesitan ver…?
[i] D. 1.1.10pr «Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi. Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere.»
“La justicia es la voluntad constante de conceder a cada uno su derecho. Los preceptos del derecho son estos: Vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo.”
[ii] Sobre la famosa frase de Millán Astray, “¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!”:
En ese momento Millán-Astray exclama irritado “Muera la intelectualidad traidora” “Viva la muerte” aunque por el gran alboroto del público no se percibió esa frase, que fue solo oída por la gente que estaba más cerca del general, naciendo así la leyenda de que realmente dijo:”¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”(leyenda que nace de las declaraciones de Serrano Suñer, el cual no se encontraba en la universidad), aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: “¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!”.
Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: “Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.”
[iii] “El talento, sin probidad es un azote”. Y si es SIN talento, es una hecatombe…