Elinor Montes M. / Realidad Conveniente
En esta guerra no convencional el régimen ha sido astuto para crear las condiciones que “justifiquen” la conculcación de la dignidad de la persona humana.
Una de las tácticas más perversas del régimen ha sido crear una realidad en la que la gente ha olvidado que lo importante es el amor, la verdad y la democracia – justicia, libertad, igualdad y paz-.
En la destrucción de la democracia representativa agravó las necesidades básicas de la gente para justificar el abuso, la crueldad, la opresión, el control total sobre las instituciones, el territorio, la gente y sus bienes públicos y privados. Entre otros, deterioró la salud para imponer a los milicianos-“médicos” cubanos en “barrio adentro” e hizo que la gente olvidara la atención médica gratuita que brindó la democracia en hospitales y dispensarios. No construyó y obstaculizó la construcción de viviendas suficientes por el sector privado (hasta encarceló a constructores honestos) y reforzó la inflación para expropiar-confiscar, dictar leyes que niegan la propiedad privada y la libertad económica pues, entre otros, imposibilitan el derecho al fruto del bien, como el alquiler, y anulan la iniciativa privada mediante controles cuya perla es la esclavista Ley de Costos y Precios Justos, con la cual el régimen usurpa el derecho de la gente a decidir cuánto vale su trabajo, industria, propiedad y talento; derecho que es inalienable, imprescriptible e innegociable, constituye la base de la libertad y el desarrollo de toda sociedad.
Lo triste es que muchos se han convencido que es aceptable y normal que la gente pierda su dignidad, renuncie a ser persona libre pensadora, tenga que vestir de rojo para acceder a las migajas del régimen y que desperdicie su vida en colas inmensas, entre otros, para comprar comida “barata”; que para satisfacer necesidades está bien negar la condición de persona al disidente o agredir al semejante, quitarle sus bienes y negarle lo que le es debido.
Lo peor es que la dirigencia con afán de sintonizar con quienes han asumido esta distorsión contribuyen a tranquilizar sus conciencias cuando compiten en demagogia con los camaradas y celebran y ofrecen mejorar las prácticas inmorales del régimen, como las misiones.
Lo que diferencia una acción inmoral de una moral es el trasfondo. Se es moral cuando se da por amor y sentido del deber. El régimen es inmoral porque da atención médica mediocre, trabajo o cosas a cambio de lealtad-sumisión. Además ¿Cómo puede alguien pensar que un régimen que impide la inscripción de las ONG que defienden los derechos humanos puede amar o creer en la dignidad de la persona humana?
El bienestar de muchos o pocos no puede construirse mediante el sacrificio de la libertad. La justicia, como decía Aristóteles, se construye absteniéndose de practicar la pleonexia, quitar o negar lo que por justicia pertenece a otro. El respeto de la dignidad es imposible sin justicia y libertad.