Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Federico Boccanera / ¿Sólo nos quedará la fachada

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Federico Boccanera / ¿Sólo nos quedará la fachada de las torres gemelas?

1/10/11
A pesar de la incertidumbre reinante, que no cede y más bien
aumenta, una sola cosa es innegable: vamos hacia un cambio de gobierno, y
vamos hacia un cambio en donde las elecciones sólo representan una de
las posibilidades, pero no la única, aunque nuestra dirigencia opositora
insista, con notables excepciones, en visualizar solamente lo electoral
y porfiar en que no apartemos la vista de ese único objetivo.


Incluso la vía electoral elegida por nuestra actual dirigencia, es de
por sí estrecha, de hecho, es un callejón, y con mayor precisión un
callejón de una sola vía, porque se limita exclusivamente a la
participación, y a una modalidad de participación que apenas se hace en
forma condicionada, porque se hace prácticamente aceptando, a lo sumo
con una calculadísima chistada, todo el ventajismo, la opacidad, la
arbitrariedad, la prepotencia y el abuso que este régimen generosamente
ofrece, a quienes se dignen disputarle el más mínimo espacio de poder.

¿Qué hay más allá de esta participación? Pues no hay duda, porque ya
hemos presenciado hasta la saciedad, que el mas allá de esta
participación consiste en un reparto local y limitado del poder, en
donde organizaciones políticas que fungen como partidos opositores y
proyectos políticos personalistas, que fungen como gobernadores y
alcaldes, hacen lo único que realmente saben hacer bien, que consiste en
alimentar en sus parcelas estancas a sus clientelas zonales y foráneas,
y hacer que la desvencijada fachada democrática sigua de pie, una
fachada que es solo eso, y que solo y a duras penas se sostiene a sí
misma y se medio levanta, visiblemente torcida y con escasa proyección,
sobre la devastación que la rodea, igual que ese espeluznante remanente
que quedó aisladamente de pie, tras el dramático derrumbe de las torres
gemelas de Nueva York.
Así que, salvo el enojoso imprevisto que podría representar la
“ausencia permanente” del Comandante insustituible, marchamos en forma
aparentemente “normal” hacia un ciclo renovado de campañas y eventos
electorales, vamos pues, hacia una nueva “fiesta democrática” en donde
al elector, una vez más, se le invitará a participar “con entusiasmo y
alegría” desde la única unidad realmente afinada, armoniosa y funcional
que existe en el país, que es la unidad CNE-MUD…
Y así seguiremos, hasta que algún día explote lo que más teme el
venezolano: la cruda realidad, mientras tanto, nada nos desviará de este
rumbo circular cada vez más asfixiante, con todos montados en este
barco escorado, con el timón atascado directo al arrecife, mientras
fingimos disfrutar de los delfines y como brincan alrededor nuestro,
enfrascados en una rumba para elegir al “mas brincón”…
Porque este país, que pareciera que solo reventando podría salpicar a
alguien, este país que resulto ser tan afecto al onanismo como al
onirismo, pareciera que aún prefiere “soñarse” en ciclos cada vez más
patológicos de evasión, antes que plantearse algún horroroso despertar y
más espantoso aún, el tener que arremangarse y tomar las riendas de su
propio destino…
¿Será posible que otra vez tengamos que ir a votar? ¿sin plena
conciencia de lo que cabe esperarse? ¿fingiendo que nuestro voto será
respetado, fingiendo que el CNE es un organismo respetable, fingiendo
que el militarote del plan república es “buena gente”? ¿y hasta
fingiendo que si somos simple mayoría el hamponato imperante gentilmente
nos concederá el triunfo?
Ahora bien… ¿será verdad que así somos? ¿O así es como nos quieren? ¿O así es como conviene que seamos o sigamos siendo?
Porque hemos llegado a un punto en donde el acto de advertir, alertar
e informar al país sobre cualquiera de las inmensas dificultades que
nos aguardan, y más modestamente, informar debidamente en qué consiste
ir a votar contra un régimen como el de Chávez, es algo que sólo se
administra en dosis pediátricas, a una población a la que se la trata
como si fuese una población infantil …o tarada, o ambas cosas…
¿Hay que ir a votar? ¡Sin duda! A este régimen se le debe confrontar
en cada esquina ¡en cada milímetro cuadrado!… Sobre el voto no debería
caer jamás el desprestigio, ni ser descartado nunca, ni aún en las
circunstancias más adversas ¡el ámbito electoral no se debería abandonar
nunca! Es un imperativo ineludible ir a votar y si es posible,
asumiéndose más allá del mero rol de votante, esto no debería estar en
discusión, pero… ¡que lástima que aún tengamos dirigentes que sigan
creyendo que alertar a los electores sobre las penosas condiciones que
nos impondrán, implique desmotivarlos ó ahuyentarlos! porque la
abstención, que siempre habrá de combatirse como lo que es, ni más ni
menos la peor enemiga de los cambios, se debería afrontar precisamente
con la verdad por delante, y no con maniobritas de manipulación
infantil, o subestimando abiertamente la voluntad de la gente, su
conciencia, sus motivaciones, sus objeciones…
Porque llegado a este punto, y si de verdad la vía electoral se
pretende como la única salida que podría salvarnos como nación, de una
desgracia y un desastre mayor, si realmente eso es lo que nos estamos
jugando, nariceados todos dentro de este callejón al cual permitimos que
nos llevaran, entonces deberíamos estar presenciando, primero y antes
que nada y en forma totalmente inequívoca, a ese liderazgo que aspira a
salvarnos, defendiendo con la debida prioridad y jerarquía, a capa y
espada, ese punto de honor y de supervivencia representado por esos
futuros votos que realmente decidirán nuestra suerte, y que dicho sea de
paso, no son votos “de ellos” ni de nadie, serán ¡NUESTROS VOTOS!
¡NUESTRA EXPRESIÓN SOBERANA!
Además, y no creo estar pidiendo demasiado, me gustaría ver a ese
liderazgo, no sólo aspirando a un cargo de dirección que supuestamente
nos ahorrara la debacle, sino asumiendo y ejerciendo la dirección ¡DESDE
YA! mostrando sin prestidigitación, que puede y debe haber lucha más
allá del estrecho redil electoral, convocando a una conquista mas allá
de la parcela, y sobre todo, y expresando cabalmente lo que debería
significa ser un DIRIGENTE hoy en día, informando, educando y orientando
a la gente, desde una posición de adulto entre adultos, preparando a
TODOS para el poder que podríamos ejercer TODOS como expresión
colectiva, el verdadero poder que aún dormita, el verdadero poder que
algún día de este siglo informático que apenas comienza, no conocerá de
retrocesos ni reflujos ni decadencias…
Si eso pudiese ser así, entonces y sin tener que traducir nada para
nadie, quedarían ipso facto colocadas las próximas elecciones en una
posición al fin visible y comprensible para todos, quedarían al fin
ubicadas en la urgente e imperiosa perspectiva de reto agónico e
impostergable al poder, y no solo a este poder, sino a cualquier otro
poder o fórmula obsoleta equivalente, que desde el pasado pretenda
reinstaurarse, porque ya esta bueno ya, de este seguir desperdiciando
convocatorias cívicas, que deberían ser históricamente trascendentes,
para solo instrumentalizarlas y reducirlas a formar parte de una larga
lista de capitulaciones penosas, que por falta de fortaleza moral, han
terminado por incautar y secuestrar a la verdadera lucha.




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