Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Macky Arenas / Como el cangrejo

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Macky Arenas / Como el cangrejo

09/05/2011

Lo más importante que ha ocurrido a Honduras en los últimos tiempos es probarle al mundo y a esta América díscola que se puede ser demócrata sin ser bobalicón y que se puede salir de un gobernante que se burla del pueblo sin derivar en una catástrofe.


Hoy,  después de todo ese esfuerzo, el gobierno hondureño parece más interesado en ocupar una butaca en la OEA  que en evitar un nuevo Zelaya. No es otra OEA, no. Es la misma que los dejó colgados de la brocha en los más difíciles momentos. Las circunstancias no han cambiado, las instituciones actuantes tampoco. Las epidermis en carne viva, están allí. Es el mismo digno pueblo. Pero hay otros actores.

¿Qué quiere Lobo? ¿Por qué motivo los “nuevos mejores amigos” Santos y Chávez, son quienes tienen que señalarle el “way-back”? ¿Cuán trascendental será para Honduras volver a esa OEA que probó no servir cuando tuvo que servir? Lo cierto es que pasar la página de esa manera tan olímpica trae problemas. Si Zelaya, acusado de llevar las siete plagas a Honduras es relevado de culpa y cargo de un plumazo, eso no presagia nada bueno. Si Chávez, el individuo a quienes todos señalaron como el mayor enemigo por su apoyo a Zelaya en detrimento de la paz hondureña, es ahora quien parlamenta y negocia la vuelta de Honduras a la OEA a cambio de librar a su camarada de polvo y paja, eso huele a podrido. Huele, sobre todo, a esa vieja estrategia comunista de someter por la vía de la desmoralización.
Están obligando a Honduras a confirmar que efectivamente atentaron contra la democracia porque Zelaya era, no sólo legítimo, sino inocente de cuanto se le imputaba. Estamos ante el sobreseimiento a un político al que se sacó del gobierno por incurrir en una conducta delincuencial e intentar, mañas de por medio, mantenerse en el poder buscando burlar la voluntad popular y la Constitución. 
Se aseguró que Chávez estaba detrás de todo eso y que esa intromisión en los asuntos internos de Honduras era inadmisible; pero ahora, permitiendo a Chávez, quien también es el mismito de aquél tiempo, negociar el destino de Zelaya y humillar a Honduras, lo exime igualmente de toda responsabilidad en aquello.
Un panorama nada alentador que permitirá a Santos exhibir por un tiempo su rostro de componedor, congraciarse con Estados Unidos y guardarle esa “factura” a la OEA, la cual estará muy compensada teniendo de vuelta a una Honduras contrita que ya no repetirá “errores políticos”. Chávez tendrá, de nuevo, vía libre a Honduras. Lobo creerá tener una garantía de que ya no irán los petrodólares a desestabilizar su gobierno y los demás mandantes verán reforzada la compuerta que los libra de la ira de pueblos descontentos. Zelaya resuelve su situación de paria y se salva de pagar por los delitos cometidos. No se hará justicia. Qué otros tratos habrá incluido esa “negociación de Estado”, aún no se sabe. Hasta allí los felices que comen perdices. El problema es para los hondureños, porque ese meta-mensaje de que se puede ser un sátrapa y en tiempo récord regresar sin pecado original los coloca en riesgo de ir p’a tras, como el cangrejo.

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