Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

¿Quiénes realmente se disputan el control de Venezuela?

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¿Quiénes realmente se disputan el control de Venezuela?

Escrito por David J. Guenni B.

[Sobre la guerra amistosa entre FSP e IntSoc. Bosquejo cratológico de las dos agendas globalistas que supervisan a dichas fuerzas, respectivamente. Conclusión sobre la única ideología que cabe para la Resistencia.]

En Venezuela existe una guerra amistosa entre el Foro de São Paulo y la Internacional Socialista. Esto es la realidad desde al menos 2002, tras la fallida remoción de Hugo Chávez el 11 de abril; aunque es muy posible que ya en 1999, con la llegada de Chávez a Miraflores, se haya estado ensayando esta ecuación. (Ejemplo: candidatura presidencial de Francisco Arias Cárdenas en 2000.) Esta realidad es función de varios factores, algunos de los cuales esbozaremos en este artículo. Este fenómeno de guerra amistosa ofrece una mejor tesis para responder al misterio de quién manda en Venezuela; mejor que la de la total verticalidad del poder empleado bajo un paraguas/eje único (Partido Comunista Cubano – Foro de São Paulo).

La realidad mencionada es función, en primer lugar, de la obvia necesidad del partido de Chávez, desde 2002, de fabricar a su propia oposición-a-la-medida, para que la verdadera jamás pudiese organizarse de nuevo en contra del gobierno central. Es un factor dictado por la experiencia secular marxistaleninista-castrista, que hereda el chavismo directamente de los comunistas cubanos. Dicho de otra forma, es un factor que deriva en un imperativo estratégico de la Revolución.

En segundo lugar, dicha realidad es función de la existencia, a nivel planetario, de la conspiración globalista. Dicha conspiración es ineludible: Venezuela no solamente que no escapa de ella, sino que es uno de sus “laboratorios” -o sitios de prueba- cruciales. Asimismo, dicha conspiración globalista es socialista en su totalidad, en función del conjunto de doctrinas adoptadas por las fuerzas, todavía relativamente ocultas, que la dirigen. Sigamos: esta conspiración globalista, a su vez, se subdivide en dos alas o agendas que siguen una estrategia de tijeras. Ya con el advenimiento de la Guerra Fría, durante el siglo pasado, se hizo evidente que la agenda globalista cristalizó en dos (sub)agendas: una atlántica, que llamaremos occidental, y una eurasiática, que llamaremos oriental. Ambas caras son socialistas y ambas perduran y hasta se han fortalecido tras la disolución de la Unión Soviética. La rama globalista occidental ha cambiado poco su composición desde 1945. La rama globalista oriental, en cambio, ha cambiado su composición con un traspaso de epicentro de operaciones estatales (¡que no de control!) desde Moscú hacia Beijing. Dicho traspaso comenzó en 1972 con el infame rapprochement entre Washington y Beijing, habiendo sido la China comunista siempre un producto 100% Made in the West.

Sigamos. Pues existen en el planeta dos agendas globalistas que convergen en una, pero que, mientras deban mantener la apariencia de animosidad entre sí, coexistirán en una guerra amistosa – bien destructiva, por cierto. Y ahora ya vemos cómo esto se traduce y manifiesta en el contexto latinoamericano, del cual Venezuela es puesto de avanzada – para bien o para mal. La agenda globalista occidental controla a la Internacional Socialista: la que controla a los socialistas softcore o fabianos, que en Venezuela son todas las iteraciones de la Coordinadora Democrática (incluyendo a la MUD, etc.). La agenda globalista oriental controla al Foro de São Paulo: el que controla a los socialistas hardcore o directos, que en Venezuela son todas las iteraciones del marxismo revolucionario (incluyendo a los partidos de Chávez, etc.). Si bien el Partido Comunista Cubano existe desde mucho antes de 1989-1990, no está muy claro quién sobresee a quién: si la Cuba comunista al Foro o el Foro a la Cuba comunista; o de si lo que hay es una repartición de tareas revolucionarias, particularmente desde la muerte de Fidel Castro.

En tercer y último lugar, la realidad mencionada al principio es función de que el destino geopolítico dictado para América Latina y el Caribe es izquierdista. Desde los tiempos del primer experimento jesuita en el subcontinente, la Izquierda ha avanzado en un asedio político-ideológico progresivo -y progresista- contra la región y sus naciones. Como dijimos antes, Venezuela es y ha sido siempre terreno de vanguardia de las tendencias históricas que han sacudido y arropado a la región entera – y si no, pregúntenselo a los caraqueños de 1810-1811. Tras la primera oleada modernizadora del Estado venezolano durante el primer tercio del siglo XX, en Venezuela solamente han existido dos ideologías políticas practicables: el positivismo desarrollista y el marxismo. Como tierra de vanguardia que es, en donde pasó primero lo que luego pasará después en otras partes, Venezuela sufrió una metamorfosis política circa 1958: de la mano de los controladores de la agenda en Washington, desde Caracas se estableció el primer apartheid izquierdista en Latinoamérica y el Caribe. Nunca más hubo otra ideología política practicable en Venezuela: sólo quedaron las variantes del marxismo. De manera tal que la realidad con la que abrimos este artículo es función lógica también de la abundancia histórica de partidos y tendencias políticos de Izquierda, ya muy establecidos en Venezuela para el momento en que Chávez y sus amos se ven enfrentados a la impostergable necesidad estratégica de fabricar a la Oposición entre 1999 y 2002.

Queda para más adelante ofrecer nuevas hipótesis que ayuden a describir mejor cómo funciona y opera la estructura de poder que se disputa-reparte el control ideológico sobre Venezuela. Por ahora, podemos cerrar la idea principal con una conclusión que es más bien un llamado a la sensatez.

En conclusión, la única ideología política que cabe para la Resistencia es una mezcla creativa entre patriotismo nacionalista y minarquismo (lo segundo es una doctrina que promueve un Estado mínimo). No existen explicaciones plausibles de la realidad venezolana que no incorporen el hecho de la conspiración globalista. Por ende, no existen corrientes de pensamiento saludables para la Resistencia venezolana que exuden el más mínimo atisbo de internacionalismo y/o socialismo.

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