Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

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Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Resultó ser el núcleo familiar mientras existió #ValoresVenezolanos

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Genny De Bernardo comparte historias de nuestra maravillosa América:

En el corazón de las antiguas casas criollas, el ceremonial y el entretenimiento convivían entre columnatas y jardines. Este espacio vital, el patio, resultó ser el núcleo familiar mientras existió, siendo hoy otro de los #ValoresVenezolanos que la nostalgia lleva a ilustrar.

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El patio criollo resulta de ideas ancestrales grecoromanas, de la cultura árabe hispánica y la naturaleza tórrida de Venezuela. Fue en su orígen, sitio votivo para honrar a dioses y antepasados con ofrendas florales y espacio protocolar de las familias para y hacia el exterior.

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Además, fue de utilidad para las casas al servir como -impluvium-, recogiendo las aguas de lluvia caídas desde el alero dirigiéndolas a través de la alcantarilla para almacenarlas en el -aljibe-. Fue el -atrium- o anillo de corredores al que se abrían las estancias principales.

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De los moros se heredan los surtidores de agua, con grifos de pared o la fuente central, impulsado su chorro en vertical por la acción de la gravedad. Además, la floricultura local nació allí con plantíos de geranios, claveles y alhelíes, trinitarias, mirtos, granados y cafetos.

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Durante la Conquista, la medida para crear una cuadra era de 60 varas castellanas por lado, equivalente a unos 50 metros. A su vez 4 solares por cuadra, unos 25 metros de frente para cada casa sobre una calle. Tal holgura permitía a los patios tener corredores en sus 4 lados. Pero con la densificación de las mayores villas, los solares céntricos se valorizaban constantemente, fomentando la costumbre de fraccionar lotes del solar original. El patio por ello terminó siendo uno de tres caras, adosado a una pared divisoria respecto a la propiedad vecina.

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Del tipo de patio primigenio, rodeado por sus cuatro lados por columnas, sobreviven algunos aunque con modificaciones posteriores, en ciudades como Cumaná, El Tocuyo, Coro, Guanare, Villa de Cura y Calabozo: allí no hubo densificación por haber áreas para la expansión urbana.

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El patio de tres lados, visto en las grandes ciudades, se dió en el s. XVIII. Achicados los lotes y sumado a la perenne mejora de cada casa según la generación que la habitara, se destinó algún corredor como área de ampliación, quedando las ventanas interiores al filo del alero.

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El patio era el centro del hogar, del trajín supervisado por la matrona, de la conversación con los íntimos y de la dinámica familiar. Sitio de juegos infantiles como lanzar trompos y -chapitas-, de rondas como -Doña Blanca- y usando tizas, se jugaba a -la oca- o a la -rayuela-.
La solución constructiva del patio criollo tuvo dos opciones: Siendo -soterrado- o a un escalón por debajo del piso de los corredores y en general, del nivel del pavimento de las áreas sociales, ayudando a evitar el rebose del agua de lluvia y también delimitándolo visualmente.

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O bien, rodeado por una base tan alta para servir de banco o como antepecho protector del sol en exceso y sobre el que se basaba la columnata. El encuentro entre los pavimentos del corredor y del patio se salvaba por un ligero declive. Fue usual en las zonas más calientes.

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Otro rasgo fue el hecho de ser un patio “seco”, embaldosado, en -canto rodado- suelto o como la mayoría de los más grandes, ajardinado y con -grama de Bermudas- si el agua no escaseaba. En las casas usualmente existían al menos dos, uno de los cuales era el traspatio o huerta.

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El traspatio era informal y utilitario. Los fogones de la cocina, el área de tendido, la batea y dependencias de servicio se ventilaban e iluminaban gracias a él. En las casas urbanas más ricas, había un tercer patio, la -cuadra- incluyendo la caballeriza con acceso a la calle.

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En un patio, el punto de realce lo fue su columnata. En todo el país se usó la columna toscana, simple, cilíndrica y regularmente sobre un -plinto- cuadrado. A su vez su capitel usaba una pieza similar o -ábaco- para recibir al -arquitrabe- o a veces un tallado “can” de madera.

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Si bien, la columna de sección cuadrada se vió, respondió a ser soportal de un “alto”. Son contados los ejemplos de este tipo y aún más escasos los que poseen una arcada de ½ punto, reservados a edificios gubernamentales o conventuales por la calidad y envergadura de la obra.

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Se prefirió el arco en -carpanel- o arco “rebajado” viéndose en todos los pisos térmicos del país existiendo ejemplos en la fresca Mérida, la tórrida Valencia o la húmeda Caracas. Esta estética solución aumentaba visualmente el intercolumnio aportando gracia y ligereza al patio.

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Las columnas poco usaron el -éntasis- o abultamiento de la columna al ⅓ de su altura cuyo efecto es el fuste de “chaguaramo” al que erróneamente se le asigna orígen local: se inspiraron en los balaustres curazoleños que a su vez, interpretaron ese estilo del barroco neerlandés.

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En ocasiones y en especial en los Andes rurales, las columnas eran hechas de rolas. Dominó la sección cuadrada a no ser se tratase de rústicas hechas con horcones. En este piso térmico se dió el uso del corredor en -L- a dos flancos, siendo el patio un terraplén con caminerías.

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Fue el estilo de casa aislada el que se impondrá desde la década de 1950. El patio era ahora el jardín perimetral y rara vez se empleó de nuevo uno central. El patio de columnatas modeló a la sociedad local por siglos, hoy solo se puede admirar en museos y casonas de pueblos…

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Imagen inicial: -El patio- por Antonio Herrera Toro, 1902. Óleo sobre tela. En secuencia: Casa Guipuzcoana-La Guaira, Casa Bolívar-Caracas, Casona Unda-Guanare, Casas casco histórico de Caracas, Casa Boves-Villa de Cura, Casa Bolívar-Caracas, Casa de los Celis-Valencia,
Casa de la Capitulación-Maracaibo, Casa del Tesoro-Coro, Casa Bolívar-Caracas, Quinta Anauco-Caracas, Antiguo convento de las salcedas-Coro, Casa Paredes-Mérida, Casa ‘de las ventanas de hierro’-Coro, Casona La Victoria- Sª Cruz de Mora, Quinta Anauco-Caracas, Casa Páez-Valencia,
Casa pareada, La Pastora-Caracas, imagen de cierre: Museo Casa José Antonio Ramos-Cumaná. El banco de imágenes proviene en su totalidad vía Pinterest: como siempre créditos a cada autor fotográfico. Recomiendo: Gasparini, G. (1965). -La arquitectura colonial en Venezuela-.

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