Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Terapia de shock

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Por absurdo que parezca, hay una gran cantidad de personas que tendrán que aprender a ser libres. Los muros ilusorios erguidos por las estructuras de poder están arraigados en una conciencia colectiva donde muchos prefieren la “seguridad” de una confortable prisión a la búsqueda y consecución de una verdad noble aunque incómoda. .

El adoctrinamiento jerarquizado en estructuras, reglas y normas de un Estado,  como protector de la existencia de todo individuo está tan arraigado en la psique de las personas que cuesta creer en una realidad sin autoridad donde no exista caos.

El miedo constante que surge de amenazas diseñadas para despertar sentimientos de impotencia emana de las estructuras de poder y se amplifica en lo que podría denominarse “autocensura”, a saber la presión que ejercen los lobotomizados, por la propaganda estatal, hacia todos aquellos que cuestionan la narrativa impuesta. 

 La mentalidad de rebaño que se obstina en creer en soluciones desacreditadas una y otra vez en nuestro pasado reciente demuestra cuán efectiva es aún la narrativa del Estado incluyendo a todos sus actores pseudo oponentes. ¿Tiene alguna posibilidad la verdadera libertad?

Esa posibilidad existe, aunque no por medios convencionales como muchos crédulos hubiesen querido, es decir a través de una concientización basada en la experiencia de reiterados fracasos sucedidos en el último cuarto de siglo, sino por una “terapia de shock” producto de variables, posiblemente externas, nunca antes consideradas que hagan claudicar al sistema político que opera en el país y despertar a todos aquellos que ovejunamente han delegado su poder en vendedores de ilusiones.

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