La narrativa sobre el pasado reciente de Venezuela suele polarizarse entre quienes idealizan la época previa al socialismo del siglo XXI y quienes denuncian sus graves contradicciones. Sin embargo, los datos desnudan una realidad incómoda: décadas de deterioro estructural que allanaron el camino para la aparición de Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI. Este artículo no busca justificar un modelo político, sino exponer cifras concretas que cuestionan la idea de un país próspero antes de 1999.
La herencia oculta de los años 90: hambre y desigualdad
Cuando Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999, heredó un sistema en colapso. Contrario al mito de una Venezuela próspera y estable, los registros oficiales muestran que 4 millones de personas (16,4% de la población) sufrían desnutrición al inicio de su mandato. Este no fue un problema creado de la noche a la mañana, sino el resultado de una crisis acumulada durante el declive del modelo político-económico conocido como puntofijismo.
Una crisis humanitaria en cifras
Entre 1990 y 1999, mientras América Latina avanzaba en la reducción de la pobreza, Venezuela registró un retroceso alarmante:
- 8057 personas fallecieron por desnutrición proteico-energética.
- El 81,5% de las victimas (6.572 personas) fueron niños y adultos mayores, los sectores más vulnerables.
Este periodo no solo reflejó la incapacidad del Estado para garantizar seguridad alimentaria, sino que profundizó las brechas sociales. El indicador de sub nutrición, que mide la dificultad para superar el hambre crónica, aumentó un 38,46% entre 1992 y 1999, según organismos internacionales.
El colapso de la clase media: de la prosperidad a la pobreza
En 1981, el 43,77% de los venezolanos ganaba más de 10 US$ diarios (“clase media”, digamos). Para 1999, ese porcentaje se desplomó al 25,32% (-18.45 puntos). ¿Saben ustedes que aumentó bastante? La población que ganaba menos de 5.50 US$ al día. La pobreza extrema se duplicó.
Pero el drama no fue solo de los más vulnerables, la clase media se evaporó: quienes ganaban entre 3.20 y 5.50 US$ diarios, pasaron de 2.6 millones a 5.3 millones en el mismo periodo. Cada año 11.9% más de venezolanos caían en la pobreza extrema, un éxodo silencioso hacia la miseria.
La cantidad de pobres pasó de 918.808 a 2.888.406 personas entre 1981 y 1999, es decir, la pobreza extrema se triplicó en términos absolutos.
La cosa era así: los venezolanos en pobreza extrema (menos de 1.90 US$ al día) se incrementaban a un ritmo del 11.9% por año, los pobres, muy pobres (1.90 US$ – 3.20 US$ al día) iban al 4.42%, y los pobres, no tan pobres (3.20 US$ – 5.50 US$ al día) aumentaban al 5.82%.
La máquina de devaluar: inflación y endeudamiento récord.
Nuestra moneda, el bolívar, fue víctima de una implosión histórica: 100 bolívares de 1999 equivalían a 0,0014 bolívares de 1957 — una devaluación del 99.9986% —. Esto no es magia, es inflación acumulada.
Detrás de esta catástrofe monetaria de los gobiernos de turno, estaba la desmedida demanda de préstamos para financiar su enorme gasto público, con el grotesco encarecimiento del endeudamiento:
- 1957 = Intereses del 2,5%.
- 1975 = Intereses del 13%.
¿Y Venezuela? Hipotecada…
¿Ahora se entiende de dónde salió Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI?
Puntofijismo: cuando el clientelismo sustituyó al progreso.
El pacto AD-Copei, presentado como ejemplo de estabilidad, incubó las semillas del colapso, y le abrió las puertas de par en par al chavismo. Mientras países similares diversificaban sus economías, Venezuela profundizó su dependencia petrolera y alimentó una corrupción sistémica. Los datos revelan un Estado más ocupado en repartir migajas que en construir un país y una sociedad sin dependencia del Estado, algo muy parecido a lo que ha hecho el chavismo en los últimos 26 años. ¿Coincidencia?
Ni nostalgia ni revanchismo: solo memoria crítica.
Los números no dejan lugar a dudas: la Venezuela prechavista no fue un paraíso perdido, sino un sistema agotado por el clientelismo, la improvisación económica y las desigualdades. Esto no justifica el totalitarismo posterior, pero sí explica por qué un discurso rupturista como el de Chávez caló en millones de excluidos.
El verdadero desafío está en no repetir los errores del pasado. Ni la socialdemocracia que normalizó el clientelismo, y vendió espejismos de prosperidad, ni el socialismo que destruyó las instituciones y el país en general, causando más pobreza, más hambre, y mucha más miseria.
Venezuela necesita un proyecto transparente, alejada del populismo, del nefasto socialismo, con una economía libre, con libertades individuales y propiedad privada garantizadas, para que podamos tener un país próspero.
Como bien lo demuestra la historia, ningún país sumergido en el sistema socialista, en cualquiera de sus variantes, logra sobrevivir. La recuperación de Venezuela y la refundación de la República, exige honestidad: reconocer que el país lleva más de medio siglo pagando las facturas de modelos políticos fallidos.
Nota: Las cifras de este artículo se basan en datos que cualquier venezolano puede consultar y validar, en cada gráfica están las fuentes verificables, como informes del INN, BCV, Banco Mundial y el FMI, entre otros. Las cifras son incómodas para muchos, sí, pero necesarias: sin diagnóstico preciso, no hay cura posible.
La reconstrucción de Venezuela exige memoria crítica, no nostalgia selectiva.
Ghittelman Gutiérrez