Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Un lugar donde la parcialidad con Venezuela cobra cuerpo

Venezuela, política y tumbao.

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En los últimos 200 años pareciera que los venezolanos poco hemos reflexionado sobre qué somos y qué queremos ser. Casi siempre, justificamos (y por la vía de la equivocación) llegamos a una explicación que parece ser a partes iguales: una excusa y un retoque. Se nos acusa de ser una nación joven (que lo somos) pero igualmente desde el punto de vista de nuestra psique colectiva nos ha tocado madurar por vía de la violencia, el hambre, la miseria y el exilio.

Si bien es cierto que docenas de sociólogos, psicólogos, historiadores, politólogos y literatos han encontrado ciertos patrones que se repiten; el hecho de que esos moldes se renueven con enfoques novedosos no va al sustrato de nuestras conductas ni de las razones que las empujan a ser (la mayor parte de las veces) una carga (y la menor parte de las veces) un indicación de fuerte crisis humana. Crecer en Venezuela duele y estar dentro de sus fronteras nos termina dando, ciertamente una luz que cuando no alumbra, entonces encandila.

El modelo ético de los pobladores del país se ha pretendido explicar desde las perspectivas filosóficas de cada siglo y cada perspectiva tiene dentro de ese juego de roles un prototipo de ser humano que vivirá en una determinada Polis, de un modo particular. No es lo mismo el sentido del bien común en una sociedad pre industrial, que otra que se sienta heredera de los avances urbanos y postindustriales del siglo XXI. Lo que el día de hoy parece mostrarnos puede ser visto tanto como una idea de modernidad, como una aplicación particular de esa misma idea de ser modernos.

En éstas líneas que se prefiguran como una columna de cierta regularidad trataremos de darle cierto enfoque a la mirada que ya ha repetido hasta la saciedad tres columnas que se entrecruzan y se dispersan yéndose hasta laberintos y callejones oscuros.

Estos son: 1.- los rasgos del carácter de la mujer y el hombre venezolano, 2.- las formas de relacionarse social y políticamente y por último 3.- los intereses y justificaciones de esas búsquedas que pueden ser individuales, grupales, comunitarios o societarios en un amplio espectro.

Así que a partir de ésta pequeña estructura adelantaremos algunas hipótesis del cambio del manejo intersubjetivo del venezolano que todavía vive dentro del país mentalmente (incluso habiendo salido de sus fronteras) a partir de adjetivos o formas de conectar con sus entornos. Extraemos algunos elementos de grupos focales en enclaves urbanos en tono de convivencia y bajo  tres momentos de cambio en su personalidad:

 

El venezolano (*) en tiempo presente (con rasgos positivos y con opción de modificación) es:

  1. Emocional: llora, ríe, se contenta y se disgusta sin ocultar sus angustias, dolores y preocupaciones.
  2. Actualizado en tecnología: cada teléfono, computadora y App son parte de su distracción y aprendizaje diario.
  3. Resolutivo: enfrenta el problema, la carencia y la ausencia de Estado o empresa, asumiendo que si él no lo consigue por sí mismo; el responsable de la asignación de ese valor no lo hará en el corto o mediano plazo.
  4. Imprudente: verbaliza y hace visible sus desacuerdos, llevándolo a enfrentarse con autoridades uniformadas o no en su proceso de alcanzar sus objetivos.
  5. Parejero: es igualitarista y cree que todos tienen los mismos derechos, a pesar de que vean a un grupo social fuera de la norma y fuera de los procesos normales de obtener dinero de forma honrada.
  6. Flexible: sabe acomodarse “hasta dónde le llegue la cobija” y tiene el deseo de aprender rápidamente las nuevas formas de la faena; más no así las nuevas normas de convivencia fuera del tiempo dedicado al empleo.
  7. Metiche: tiende a asumirse como: “vida ajena y entrometido”; pero se percibe como solidario y “si pregunta es para ayudar, no solo para chismear”.
  8. Detallista: le gusta complacer a amigos, parejas y compañeros de trabajo con aquellas cosas que le dan valor emocional a su vida. El amigo secreto y picar una torta de cumpleaños se ha convertido en un cuadrante clave de exportación de nuestra idiosincrasia hacia dónde quiera que se emigre.
  9. Caluroso: su tono de relación va hacia lo kinestésico y apoya solidariamente a quien ve pasando un trance, a partir del afecto humano. Saluda y se despide con igual emotividad.
  10. Evade la culpa: hay una tendencia a no hacerse responsable por fallas de equipos o mal comprensión de órdenes, pero trata de arreglar el entuerto antes de que se sepa por sus compañeros o supervisores.

 

El venezolano se ha vuelto

  1. Pichirre: la crisis económica ha roto con un principio de apoyo y regalo natural del comportamiento del venezolano. Cada vez “brinda” menos.
  2. Precavido: al cada vez darse cuenta de que lo que diga “sí puede usarse en su contra” opina menos y obedece más en cadenas de mando. Asimismo, fuera del país valora el entrenamiento que se le da sobre maquinarias y equipos con los cuales no está familiarizado.
  3. Formal: utiliza cada vez más los adjetivos del cargo, a pesar de saber el nombre o apellido de sus superiores.
  4. Aspiracional: si bien ya lo era, ahora quiere ir hacia mejor en el país o en el trabajo en dónde se encuentra. Quiere ascender y que cada nueva responsabilidad aparezca en sus hoja de vida.
  5. Narcisista: si bien la limpieza, la higiene y la belleza son bien valoradas, en otra culturas se siente como “ligereza en las relaciones o búsqueda de ascenso por coqueteo”. En el país, esos comportamientos se ejemplifican en contextos deportivos o en valoraciones de galanteo, performatividad sexual o cortejo entre jóvenes.
  6. Ansioso: los más jóvenes duermen menos o están más sujetos a la necesidad de una gratificación inmediata a sus demandas o exigencias laborales o de comunicación. La relación con el mundo digital sin duda ha mermado la capacidad de comprensión, atención y enfoque; así como ha reducido su paciencia en esperas típicas de cualquier burocracia contemporánea.
  7. Tímido: un grado cada vez mayor de jóvenes entrevistados (entre los 26 y los 36 años) se consideran que son más tímidos que hace unos 10 años atrás.
  8. Genuflexo: un alto porcentaje de venezolanos no reta al poder (en colegios, hospitales, ante la autoridad pública) por los altos efectos de autopreservación han disparado luego de los abusos de autoridad de la última década (2014-2024).

 

El venezolano quiere volver a ser:

  1. Alguien que brinde: refrescos, dulces, cerveza, más tiempo e incluso amistad.
  2. Alguien que preste sin esperar el dinero de vuelta.
  3. Sonriente: si bien lo es, sabe que no puede abusar de esa actitud natural de nuestra idiosincrasia.
  4. Original: no quiere tener que hablar siempre de los mismos temas por los que pasa su sociedad dentro o fuera el país. Quiere dejar de ser “venezolanocéntrico”, por llamarlo de una manera comprensible.
  5. Individualista: en el sentido de que cada decisión personal puede afectar negativamente a su familia inmediata o amigos. Se nota cierta relación con el “síndrome del superviviente” del que hablaba Viktor Frankl en sus trabajos sobre “El hombre en busca de sentido”.

 

(*) Fuente: grupos focales Bona Opinio  trimestre octubre-diciembre del año 2024 Derechos reservados @bonaopinio 

Pueden seguir a Joaquín Ortega en Twitter e Instagram como: @ortegabrothers

 

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