No hay hueso sano.
Carla DBon.
Para que un organismo pueda funcionar bien es necesario que exista un estado de bienestar y para alcanzarlo hay que estar saludable, lo que implica cuidados y condiciones que permitan evitar enfermedades y así tener una larga vida, a esto es lo que llamamos Salud, y no sólo es física sino también mental y social, este principio es válido para todo lo que esté vivo ya sea un individuo, ecosistema, sociedad, hasta para un país. En el caso de un país si su sociedad está enferma todo lo que nazca en ella también lo estará hasta que llega el momento en que ésta colapse y muera.
Venezuela como país no escapa de esta condición y su actual estado de enfermedad es muy grave, sus funciones orgánicas fueron alteradas por gobiernos dañinos de izquierda que se hacían llamar democráticos y que adrede acabaron con su bienestar, gracias a ellos, nuestro país hoy delira quedando impedido de poder identificar el veneno que lo mata, llegamos a tal punto de pérdida de conciencia que el venezolano ya no diferencia lo correcto de lo incorrecto, y es que toda estructura fue fracturada y gracias a esta debilidad ha sido fácil someter al venezolano y extraerle a nuestro país todo lo valioso de su cuerpo. A Venezuela la quebraron tanto que ya no le queda hueso sano, solo le queda la esperanza de ser rescatada y rehabilitada .
El Estado venezolano en las últimas décadas se ha hecho amo y dueño de todo el país por medio de la impunidad y corrupción, logrando así normalizar lo inapropiado y haciéndolo cultura, esto le permitió crear un peligroso patrón de conducta que le impide a la mayoría de los venezolanos pensar, elegir y decidir sin el permiso de éste, por eso votamos masivamente cuando por su conveniencia llaman a hacerlo; elegimos a gobernantes que permite postular y por medio de este método normalizan delitos y vicios de tal manera que éstos no sean visto como tales, y dependiendo de las circunstancias podrían considerarse virtud a imitar o también un acto despreciable, una característica de la ambigüedad que define hoy nuestro criterio moral como nación, todo depende de quién cometa el delito, si es alguien con poder puede seguir delinquiendo y mantienen su condición de señor, pero si es un pobre diablo quién infringe la ley, éste será juzgado con el mayor rigor y su condena será la reclusión en una espantosa cárcel y si sobrevive, cumplirá su condena completa saliendo de la misma, peor de lo fue al ingresar en ésta.
Pero como todo tiene un límite, hasta la mentira, parece que después de tantos años de abusos y delitos el venezolano se está dando cuenta que siempre fue engañado, y es que llegamos a tal punto de podredumbre que hoy en día no podemos señalar ni un solo político probo porque nadie decente y en sus cabales intenta entrar en ese inmundo pantano en el que convirtieron la manera de hacer gobierno, ni aspirar a un cargo público, pues, nuestras instituciones funcionan como pandillas.
Este plan de descomposición social causa de la enfermedad de nuestro país fue acelerado en las décadas de 1970 y 1980 con políticas que atentaron en contra de los intereses de nuestra nación, premiaron a guerrilleros y peligrosos comunistas con cargos públicos y permitieron una inmigración muy dañina, pero esto último como lo demás, no le importó a los venezolanos, ni lo vieron como un perjuicio, y resalta la insensatez de que fue estimado como una ventaja, mano de obra barata a la que podían explotar, sin detenerse a pensar en el odio que despertaron en ellos, ni en sus antecedentes o que traerían sólo pobreza y delincuencia. Pero como nuestra nación no pudo ser más idiota, mientras hubiese plata vivíamos chévere sin importar que nuestras casas tuviesen que ser enrejadas como prisiones, los autos llenos de dispositivos antirrobo, andar armados, con vigilantes en residencias y comercios y así los atracos, secuestros, robos y cuantos delitos puedan nombrarse, vinieron a ser parte de nuestra cotidianidad sin ser una gran tragedia hasta que llegó el año 2000 y ya sin dinero, en revolución, expropiados y haciendo cola, mucha gente echó a correr al extranjero.
Recuerdo de niña que mis padres nunca hablaron de delitos, ni tenían el vicio de estar pendiente de las noticias y si comentaban algún robo, era algo atípico. Más en una pequeña ciudad del interior del país, esos hechos resultaban algo extraño; los sucesos graves sólo ocurrían en la capital y en la frontera. Así crecí, pensando que los delincuentes siempre escondían sus rostros detrás de un antifaz y vestían de negro como en las comiquitas y vagamente tuve una idea de quienes eran autoridad porque su presencia se resumía a un policía parado en una esquina o en la puerta de las escuelas como un elemento más del paisaje. Pero, después de 1980 estos agentes de la ley proliferaron e infundieron el miedo, los más temidos, la guardia nacional con sus alcabalas urbanas y de carreteras, entonces comenzaron a ser normales los sobornos, detener sin motivos a quien fuera, exigir documentación, quitarle a la gente sus pertenencias y acusarles de cualquier delito sin pruebas, además de los abusos de servidores públicos de cualquier institución quienes compraban a créditos que no pagaban y pedían colaboración como le llamaban y de dónde me imagino nació la famosa frase que hoy la gente repite como un chiste “Cuanto pa´ los refrescos?” y de chiste en chiste, terminamos siendo uno muy malo como nación.
La inmoralidad democrática llego a su tope en la última década del siglo pasado cuando las principales autoridades sin ningún pudor exhibían como propio lo decomisado en robos y otros delitos; se paseaban con autos de lujo que no podían justificar, joyas,…y todo lo que gastaban a manos llenas se lo quitaban a otros o lo sacaban de las arcas del Estado hasta que se hicieron empresarios y las contrataciones públicas se las repartían sólo entre ellos y a mayor presencia de vicios, éstos eran imitados por subalternos y el resto de la población, y el nivel de inmoralidad fue tal que esas autoridades y políticos corruptos llegaron a ser los invitados de honor de todo evento social de categoría con la esperanza de obtener sus favores y así la gente se volvió ruin, abusadora y vulgar como ellos, En esa época en nuestro país no había nada que diera más caché que un político o un militar de alto rango estuviera presente en una fiesta, con escolta y el chofer de rigor, el cual solía ser alguien de bajo rango que también les buscaba los hijos en las escuelas y les cargaban las bolsas a sus mujeres y amantes.
Los vicios y la podredumbre moral fue tanta que todo desmejoró físicamente en Venezuela de manera precipitada, la apariencia de su gente, ciudades, pueblos hasta sus paisajes. Todo lo malo se normalizó, como por ejemplo, consumir alcohol en espacios públicos, orinar en cualquier parte, ensuciar y destruir bienes, matar y golpear animales, ventas ambulantes, música y ruido en la calle, en los autobuses, negocios, playas, frente a funerarias, templos, hospitales, ruido y escándalo en todas partes y a toda hora, y es que los socialdemócratas odian la paz y el orden, pero sin duda alguna lo peor de esa democracia fue la descentralización de poderes en la década de 1990.
Ya con un sociedad muy dañada y una población con altos índices de pobreza pusieron a la gente a votar a cambio de las mismas limosnas, pero por peores políticos, y los partidos postularon lo más despreciable de nuestra sociedad pensando que esos ignorantes eran más fáciles de dominar que a alguien capacitado y así la gente le votó a cuanta porquería le presentaban, por esto ubico a los peores gobiernos de la democracia en esta época, gracias a ellos Venezuela fue sometida por el socialismo, ellos les permitieron adueñarse del país, les abrieron camino y puertas, gracias a ellos hoy somos un estado fallido, un país catalogado entre los más peligrosos y corruptos del planeta y su gente vista con desprecio. Es que a la revolución se le hizo fácil apropiarse de Venezuela, las condiciones perfectas estaban dadas, solo necesitó fomentar el rencor y la envidia en nuestra ya enferma sociedad. Trajo aliados de otros países de izquierda, grupos guerrilleros, narcotraficantes, hasta terroristas y así se blindó ante cualquier fuerza externa e interna contraria a su ideología, consolidando su poder a cambio de repartir nuestro país como un botín y así ayudar a expandir el cáncer socialista por todo nuestro continente.
No sé cómo no lo vimos porque todo era evidente desde el principio, pues más claro no puede cantar un gallo, y hablando de este país desde hace 66 años, los políticos solo ofrecen las mismas falsas promesas y la gente siempre pide más de éstas, repitiéndoles el mismo cuento una y otra vez.
Si ya en el año 2000 poco hueso sano quedó en el cuerpo enfermo de nuestro país, esos pocos que aún le quedaban les fueron extraídos y por esta razón cada generación de políticos perfecciona los vicios de la anterior y si la revolución destruye de manera feroz también lo hace su oposición, si hoy la gente se sorprende de que ésta se robó la ayuda humanitaria, antes se robó los presupuestos nacionales de escuelas y hospitales porque hace lo único que sabe hacer bien, que es delinquir.
Y como siempre, aún sigo mirando al cielo, no por distraída ni viajando por las nebulosas como me solían decir, sino pensando qué de bueno puedo hacer con todo lo malo que he visto.
Gracias.